El “mito” de la poeta uruguaya Alcira Soust en un documental

Es dirigido por su sobrino, Agustín Fernández, quien explica que intentó reflejar su personalidad, y por ello incluyó los “claroscuros”.

   Alcira Soust Scaffo nació en Durazno, Uruguay, en 1924. Las evocaciones sobre sus actividades y trayectoria suelen limitarse al hecho de que se refugió en un baño de la Torre de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cuando el ejército mexicano irrumpió en el campus para una gran operación represiva, en 1968.

   Estuvo doce días encerrada y llegó a ingerir papel de baño. Esas condiciones le causaron daños profundos a su salud física y mental. Estos hechos fueron tomados en obras posteriores, como lo hizo el escritor chileno Roberto Bolaño.

   Agustín Fernández declaró a la agencia EFE que se propuso, precisamente, ampliar el conocimiento sobre su tía, reflejar el conjunto de sus acciones y de su personalidad.

   Declaró que “Alcira era ni más ni menos que un mito familiar, porque ella se va a México a principios de los 50, vuelve a fines de los 80 y perdemos contacto con ella unos años después”.

   Comenzó a interesarse en su figura siendo adolescente, cuando en la familia le decían que la Tía Mima, como la llamaba, “no estaba bien”, porque en México “estuvo mucho tiempo encerrada en un baño”.

   Las referencias en la obra de Bolaño lo llevaron a pensar que Alcira Soust era “un mito tallado en piedra”, pero a la vez que había desconocimiento sobre su historia. Por ello comenzó en 2008 la búsqueda de testimonios y documentos que ahora se reflejan en “Alcira y el campo de espigas”, el filme estrenado en Montevideo.

   “Lo que a mí me interesaba era romper un poco eso, hacer carne el mito y contar toda su historia, explicar a Alcira en todas sus facetas”, agregó en el diálogo con la agencia española.

   Como ya se relató varias veces, Soust nunca publicó sus poemas en una forma medianamente organizada. Regalaba los textos a amigos, sobre todo en la UNAM, donde no tenía función asignaba pero participaba de actividades en la Facultad de Filosofía y Letras.

   Fernández consideró muy importante incluir esa obra poética en la película, y por ello encargó la lectura a una actriz.

   Es que, dijo, “no se pueden separar obra y persona, si es una obra de arte es una expresión sincera del artista y es lo que esa persona es. Entonces, incluir su poesía era incluirla a ella también”.

   Luego explicó su decisión de hacer el intento de reflejarla “de forma íntegra” en la película, incluyendo “todos sus claroscuros”.

   Explicó a la agencia española: “Me parece que era una cuestión de responsabilidad social. Con todos los problemas de salud mental que hay en Uruguay, no podíamos ‘romantizar’ el personaje ni demonizarlo”.

   Acerca de las circunstancias que marcaron la vida de la poeta, sostuvo que “es más difícil que te levantes con ganas de escribir poesía, de hacer un homenaje a León Felipe, cuando no tenés asegurado ni el techo ni la comida, y eso hay que explicarlo”.

   “Me parece que a un personaje misterioso hay que respetarle los misterios también y no contar todo de una forma fría y absoluta sino, si hay cosas que no se saben cómo pasaron, que quede claro que no se saben y que cada cual interprete”, insistió.

   El título de la película de Fernández se debe a uno de los versos: “Si quiere oír mi voz/ vamos al campo de espigas”.

   La reconstrucción de las actividades literarias y políticas de la poeta motivaron una exposición en México en 2018, en el Museo Universitario de Ciencias y Artes, al cumplirse 60 años del movimiento estudiantil del 68, como se lo conoce.    Incluyó documentos, testimonios, fotografías y reproducción de carteles que ella pintaba a mano como parte de la actividad política.

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