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  • ¿Dónde están tus méritos, América?

    ANNE SEXTON

    Los Bombarderos

    Nosotros somos América.
    Somos los que rellenan los ataúdes.
    Somos los tenderos de la muerte.
    Los envolvemos como si fuesen coliflores
    La bomba se abre como una caja de zapatos.
    ¿Y el niño?
    El niño decididamente no bosteza.
    ¿Y la mujer?
    La mujer lava su corazón.
    Se lo han arrancado
    y se lo han quemado
    y como último acto
    lo enjuaga en el río.
    Este es el mercado de la muerte.
    ¿Dónde están tus méritos,
    América?

    (Massachusetts, 1928-Ib. 1974).

    CLAUDE MCKAY

    Si tenemos que morir

    Si tenemos que morir, que no sea como
    cerdos
    acorralados y cazados en un punto no
    glorioso,
    rodeados por la loca y hambrienta
    jauría,
    que se burla de nuestra maldición.
    Si tenemos que morir, que sea con
    nobleza,
    para que no se derrame nuestra preciosa
    sangre
    en vano; que aun los monstruos que
    desafiamos
    tengan que honrarnos ya muertos.
    ¡Oh, hermanos!, combatiremos al
    mismo enemigo.
    Aunque somos menos, seremos
    valientes
    y contra sus mil golpes daremos uno
    decisivo.
    ¿Importa algo si ya tenemos el
    sepulcro abierto?
    Como hombres frente a la asesina y
    cobarde jauría,
    apretados contra la pared, muriendo,
    lucharemos.

    (Hay incertidumbre sobre su lugar de nacimiento, en 1903-Nueva York 1946).

    LANGSTON HUGHES

    Corazón roto americano

    Yo soy el corazón roto americano
    La roca sobre la cual la Libertad
    apoya la punta de sus pies-
    La gran equivocación
    que Jamestown cometió
    hace ya tanto tiempo.

    Justicia

    Esa Justicia es una diosa ciega,
    Una cuestión de la cual nosotros somos entendidos:
    Su venda esconde dos llagas que supuran
    Donde quizás en algún tiempo hubo ojos.

    (Joplin, Missouri, 1902-Nueva York, 1967).

    ALLEN GINSBERG

    América
    (fragmento)

    América te lo he dado todo y ahora no soy nada.
    América dos dólares y veintisiete centavos 17 de enero, 1956
    No puedo aguantar mi propia mente.
    América, ¿cuándo acabaremos la guerra humana?
    Ve a hacerte coger con tu bomba atómica.
    No me siento bien no me molestes.
    No escribiré mi poema hasta que me vuelva la cordura.
    América, ¿cuándo serás angélica?
    ¿Cuándo te quitarás las ropas?
    ¿Cuándo te atreverás a observarte a través de la fosa?
    ¿Cuándo serás digna de tu millón de trotskistas?
    América, ¿por qué tus bibliotecas están llenas de lágrimas?
    América, ¿cuándo enviarás tus huevos a la India?
    Estoy harto de tus insanas exigencias.
    ¿Cuándo puedo entrar en el supermercado y comprar lo que necesite sólo
    con mi linda pinta?
    América después de todo somos tu y yo los perfectos no el mundo próximo.
    Tu maquinaria es demasiado para mi.
    Hiciste que desee ser un santo.
    Debe haber otra forma de zanjar esta discusión.
    Burroughs está en Tánger no creo que regrese y esto es lo siniestro.
    ¿Te estás poniendo siniestra o ésta es alguna clase de broma pesada?
    Estoy intentando ir al grano.
    Me rehuso a abandonar mi obsesión.
    América deja de presionarme sé lo que estoy haciendo.
    América las flores del ciruelo están cayendo.
    No he leído los periódicos por meses, cada día alguien va a juicio por asesinato.
    América me siento sentimental por los Wobblies.
    América fui comunista cuando era un chiquillo y no lo lamento.
    Fumo marihuana cada vez que puedo.
    Me siento en mi casa días enteros mirando extrañado las rosas del armario.
    Cuando voy a Chinatown, me emborracho y no hay modo de encamarme.
    Estoy decidido va a haber problemas.
    Deberías haberme visto leyendo a Marx.
    Mi psiquiatra piensa que estoy perfectamente bien.
    No rezaré la Plegaria
    Tengo visiones místicas y vibraciones cósmicas.
    América aún no te he contado qué le hiciste al Tío Max después que llegó de Rusia.

    Me estoy dirigiendo a ti.
    ¿Vas a dejar que tu vida emocional sea manejada por la revista Time?
    Estoy obsesionado con la revista Time.
    La leo cada semana.
    Su tapa me mira con fijeza cada vez que me escabullo por la dulcería de la esquina
    La leo en el sótano de la Biblioteca Pública de Berkeley.
    Siempre me habla de responsabilidad. Los hombres de negocios son serios. Los
    productores de películas son serios. Todo el mundo es serio menos yo.
    Se me ocurre que yo soy América.
    Estoy hablando para mi mismo, otra vez.

    (Newark, Nueva Jersey, 1926-Nueva York, 1997).

    PAUL AUSTER

    Mentiras, decretos, 1972

    Imaginad:
    la palabra reclutadora
    que acampó en la miseria
    de su cielo inaccesible,
    a gritos de distancia,
    continúa su guerra
    en el tiempo.

    Imaginad:
    incluso ahora
    no se arrepiente de su juramento,
    incluso ahora
    regresa tartamudo, sin testigos,
    a su trono resucitado.

    Imaginad:
    los que fueron asesinados,
    malditos y radiantes a sus pies,
    esgrimen los cuchillos
    de un silencio modesto, innato,
    hasta el fondo
    de las callejas de su boca.

    Imaginad:
    me dirijo a vosotros,
    desde el atardecer del primer día,
    inmarchitablemente,
    junto a la breve, humana mecha
    de la resistencia

    (Newark, Nueva Jersey, 1947-Nueva York, 2024).

    BOB DYLAN

    Con Dios a nuestro lado

    No importa mi nombre
    y menos mi edad.
    Vengo de un país
    al que llaman Midwest.
    Allí me crié y allí me enseñaron
    las leyes de convivencia.
    Y ese país en el que vivo
    tiene a Dios de su lado.

    Oh, lo narran los libros de historia,
    lo cuenta de una forma tan bella.
    Carga la caballería,
    caen los indios;
    carga la caballería,
    mueren los indios.
    Oh, el país era joven
    y tenía a Dios de su lado.

    La guerra hispano-americana
    tuvo su fecha
    y también la guerra civil;
    ambas pasaron rápidamente
    y se acostumbra a recordar
    los nombres de los héroes
    con las armas en su mano
    y Dios de su lado.

    Oh muchachos, la primera guerra mundial
    llegó y se fue.
    Jamás comprendió la razón para luchar.
    Pero aprendí a aceptarlo
    aceptarlo con orgullo.
    Pues nunca se cuentan los muertos
    cuando Dios está de tu lado.

    Cuando la segunda guerra mundial
    llegó a su fin
    perdonamos a los alemanes
    y nos hicimos sus amigos
    a pesar de que habían asesinado a seis millones
    friéndolos en sus hornos.
    Resulta que ahora también los alemanes
    tienen a Dios de su parte.

    He aprendido a odiar a los rusos de por vida.
    Y si comienza otra guerra
    debemos pelear,
    odiarlos, temerlos,
    correr y ocultarse.
    Y aceptarlo todo con valentía
    con Dios de nuestro lado.

    Ahora tenemos armas bioquímicas,
    si hacen fuego nos veremos obligados
    a responderles como es debido.
    Uno aprieta el botón
    y todo el mundo estalla.
    Y no se hacen preguntas
    cuando Dios está de nuestro lado.

    Durante muchas horas tenebrosas
    he cavilado sobre todo esto.
    Jesucristo fue traicionado por un beso.
    Pero no puedo resolverlo por ustedes.
    Tienen que decidir si Judas
    tenía a Dios de su lado.

    Me voy disfrazado de Averno.
    No tengo tiempo para narrar
    la confusión que siento.
    Las palabras golpean en mi cabeza
    y se caen al suelo.
    Dios detendrá la próxima guerra
    si está de nuestro lado.

    (Duluth, Minnessota, 1941).

Declarada de interés cultural (2014)

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