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  • Bertolt Brecht (Alemania) / O todos o ninguno

    Loa del estudio

    ¡Estudia lo elemental! Para aquellos
    cuya hora ha llegado
    no es nunca demasiado tarde.
    ¡Estudia el “abc”! No basta, pero
    Estúdialo. ¡No te canses!
    ¡Empieza! ¡Tú tienes que saberlo todo!
    Estás llamado a ser un dirigente.

    ¡Estudia, hombre en el asilo!
    ¡Estudia, hombre en la cárcel!
    ¡Estudia, mujer en la cocina!
    ¡Estudia, sexagenario!
    Estás llamado a ser un dirigente.

    ¡Asiste a la escuela, desamparado!
    ¡Persigue el saber, muerto de frío!
    ¡Empuña el libro, hambriento! ¡Es un arma!
    Estás llamado a ser un dirigente.

    ¡No temas preguntar, compañero!
    ¡No te dejes convencer!
    ¡Compruébalo tú mismo!
    Lo que no sabes por ti,
    no lo sabes.
    Repasa la cuenta,
    tú tienes que pagarla.
    Apunta con tu dedo a cada cosa
    y pregunta: “Y esto, ¿de qué?”
    Estás llamado a ser un dirigente.

    (Traducción de Vicente Romero. Versión de Jesús López Pacheco).

    Muchas maneras de matar

    Hay muchas maneras de matar.
    Pueden meterte un cuchillo en el vientre.
    Quitarte el pan.
    No curarte de una enfermedad.
    Meterte en una mala vivienda.
    Empujarte hasta el suicidio.
    Torturarte hasta la muerte por medio del trabajo.
    Llevarte a la guerra, etc…
    Sólo pocas de estas cosas están prohibidas en nuestro Estado.

    Canción del comerciante

    Río abajo hay arroz,
    río arriba la gente necesita el arroz.
    Si lo guardamos en los silos,
    más caro les saldrá luego el arroz.
    Los que arrastran las barcas recibirán aún menos.
    Y tanto más barato será para mí.
    Pero ¿qué es el arroz realmente?

    ¡Yo qué sé lo que es el arroz!
    ¡Yo qué sé quién lo sabrá!
    Yo no sé lo que es el arroz.
    No sé más que su precio.

    Se acerca el invierno, la gente necesita ropa.
    Es preciso, pues, comprar algodón
    y no darle salida.
    Cuando el frío llegue, encarecerán los vestidos.
    Las hilanderías pagan jornales excesivos.
    En fin, que hay demasiado algodón.
    Pero ¿qué es realmente el algodón?

    ¡Yo qué sé lo que es el algodón!
    ¡Yo qué sé quién lo sabrá!
    Yo no sé lo que es el algodón.
    No sé más que su precio.

    El hombre necesita abundante comida
    y ello hace que el hombre salga más caro.
    Para hacer alimentos se necesitan hombres.
    Los cocineros abaratan la comida,
    pero la ponen cara los mismos que la comen.
    En fin, son demasiado escasos los hombres.
    Pero ¿qué es realmente un hombre?

    ¡Yo qué sé lo que es un hombre!
    ¡Yo qué sé quién lo sabrá!
    Yo no sé lo que es un hombre.
    No sé más que su precio.

    O todos o ninguno

    Esclavo, ¿quién te liberará?
    Los que están en la sima más honda
    te verán, compañero,
    tus gritos oirán.
    Los esclavos te liberarán

    O todos o ninguno. O todo o nada.
    Uno sólo no puede salvarse.
    O los fusiles o las cadenas.
    O todos o ninguno. O todo o nada.

    Hambriento, ¿quién te alimentará?
    Si tú quieres pan, ven con nosotros,
    los que no lo tenemos.
    Déjanos enseñarte el camino.
    Los hambrientos te alimentarán.

    O todos o ninguno. O todo o nada.
    Uno sólo no puede salvarse.
    O los fusiles o las cadenas.
    O todos o ninguno. O todo o nada.

    Vencido, ¿quién te puede vengar?
    Tú que padeces heridas,
    únete a los heridos.
    Nosotros, compañero, aunque débiles,
    nosotros te podemos vengar.

    O todos o ninguno. O todo o nada.
    Uno sólo no puede salvarse.
    O los fusiles o las cadenas.
    O todos o ninguno. O todo o nada.

    Hombre perdido, ¿quién se arriesgará?
    Aquel que ya no pueda soportar
    su miseria, que se una a los que luchan
    porque su día sea el de hoy
    y no algún día que ha de llegar.

    O todos o ninguno. O todo o nada.
    Uno sólo no puede salvarse.
    O los fusiles o las cadenas.
    O todos o ninguno. O todo o nada.

    (Versiones de Jesús Munárriz y Jenaro Talens)

    Contra la seducción

    No os dejéis seducir:
    no hay retorno alguno.
    El día está a las puertas,
    hay ya viento nocturno:
    no vendrá otra mañana.
    No os dejéis engañar
    con que la vida es poco.
    Bebedla a grandes tragos
    porque no os bastará
    cuando hayáis de perderla.
    No os dejéis consolar.
    Vuestro tiempo no es mucho.
    El lodo, a los podridos.
    La vida es lo más grande:
    perderla es perder todo.

    Canción de Jenny la de los piratas

    Señores: hoy me ven fregar vasos
    y soy yo quien les hace la cama.
    Gracias les doy si me dan propina,
    andrajosa dé hotel andrajoso.
    Pero ustedes no saben con quién hablan.
    Una tarde en el puerto habrá gritos
    y se dirán: «¿Qué gritos son ésos?»
    Me verán sonreír mientras friego
    y se dirán: «¿Por qué se sonríe?»

    Y un barco con ocho velas
    y con cincuenta cañones
    habrá atracado en el muelle.

    Ellos me dicen: « ¡Vete a fregar! »
    Y me dan la propina y la tomo.
    Las camas les haré, qué remedio.
    (Pero esa noche no dormirán.)
    Pues por la tarde oirán en el puerto
    un estruendo y dirán: «¿Qué estruendo es ése?»
    Me verán asomarme a la ventana
    y dirán: «¡Qué sonrisa tan rara!»

    Y el barco con ocho velas
    y con cincuenta cañones
    bombardeará la ciudad.

    Alemania

    Hablen otros de su vergüenza.
    Yo hablo de la mía.

    ¡Oh Alemania, pálida madre!
    Entre los pueblos te sientas
    cubierta de lodo.
    Entre los pueblos marcados por la infamia
    tú sobresales.

    El más pobre de tus hijos
    yace muerto.
    Cuando mayor era su hambre
    tus otros hijos
    alzaron la mano contra él.
    Todos lo saben.

    Con sus manos alzadas,
    alzadas contra el hermano,
    ante ti desfilan altivos
    riéndose en tu cara.
    Todos lo saben.

    En tu casa
    la mentira se grita.
    Y a la verdad la tienes amordazada.
    ¿Acaso no es así?

    ¿Por qué te ensalzan los opresores?
    ¿Por qué te acusan los oprimidos?
    Los explotados
    te señalan con el dedo, pero
    los explotadores alaban el sistema
    inventado en tu casa.

    Y, sin embargo, todos te ven
    esconder el borde de tu vestido, ensangrentado
    con la sangre del mejor
    de tus hijos.

    Los discursos que salen de tu casa producen risa.
    Pero aquel que se encuentra contigo, echa mano del cuchillo
    como si hubiera encontrado a un bandido.
    ¡Oh Alemania, pálida madre!

    ¿Qué han hecho tus hijos de ti
    para que, entre todos los pueblos,
    provoques la risa o el espanto?

    (Escrito en 1933. Traducción de Vicente Romano Nota. Versión de Jesús López Pacheco).

    Canción alemana

    Otra vez se oye hablar de tiempos de grandeza.
    (Ana, no llores.)
    El tendero nos fiará.

    Otra vez se oye hablar del honor.
    (Ana, no llores.)
    No nos queda ya nada en la despensa.

    Otra vez se oye hablar de victorias.
    (Ana, no llores.)
    A mí no me tendrán.

    Ya desfila el ejército que ha de partir.
    (Ana, no llores.)
    Cuando vuelva

    Volveré bajo otras banderas

    (Bertolt Brecht nació en Augsburgo, en 1898. Durante el nazismo debió escapar de su país. Pasó un período en Escandinavia y luego en Estados Unidos, donde también fue vigilado por el aparato represivo estatal. Posteriormente se radicó en Berlín Este, donde creó la compañía teatral Berliner Ensemble. Estudió marxismo y adhirió a él. La explotación del hombre por el hombre, la pobreza y la desigualdad, así como las guerras, son temas muy presentes en su obra. Su primer libro de poesía data de 1918, para alcanzar hasta 1953 más de veinte títulos. Asimismo, numerosas canciones y poemas no llegaron a integrar libros. Murió en Berlín Este, en 1956).

Declarada de interés cultural (2014)

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