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  • Salvador Galán Moreu (España) / Todo llega del mar

    A Miguel de Cervantes
    En el día que nace mi sobrino

    Miguel te escribo hoy día veintidós
    de un cualquier mayo cuyo ciclo –insisten-
    te recuerda.
    A una semana de conmemorar mi propio advenimiento,
    con un recién nacido que sonríe y me encara
    su reojo traslúcido y oscuro,
    te escribo convenciéndome del riesgo metafísico
    que las fechas redondas
    y mostrencas entrañan a los versos;
    pues tú fuiste quien, no queriendo ni acordarse
    del polvoriento espacio en tu principio más célebre,
    constató meridiana resistencia del sitio
    frente al mar combustible que arde tiempo.
    Porque si desde el seno de las aguas surge vida,
    si todo llega del mar y a la mar retorna,
    entre la iniciación y el desenlace median
    capítulos de sierpe y barro seco.
    El amor a una tierra que sedienta se obvia,
    el ansia de cesar por la palabra el fluido
    de su nombre, el paso en la aventura tenaz,
    tu paso en la aventura: Don Quijote leyendo
    el rostro de Dios y ya superando a todos nuestros místicos.
    Solo eso permanece, Miguel, a esa bandera
    sí que nos afiliamos. Mi sobrino no duerme.
    Yo cumpliré, tú vives, él nació. ¿Quién escribe?
    Nosotros, sí, nosotros…y vosotros o ellos,
    ¿qué más da conjugar un tiempo u otro,
    una persona o muchas? llegó la hora Miguel
    de Cervantes Saavedra: caminamos contigo.
    Regresamos a casa.

    08:51 AM

    Durante la disputa una tregua de miradas:
    luto por nuestro antiguo bienestar.

    La cama es campo de batalla y verbo.

    Te relames: subrayas con saliva
    cuanto ibas a decir.

    Despejas las palabras como si me escupieras
    huesos de una cereza maltratada,
    conduces el discurso sobre piedras y rocas.

    No hay nada alimenticio en tu monólogo:
    la carne, el fruto, aquello que jamás pronuncias,
    vacía de semillas el mensaje.

    Mi arma es voraz silencio.

    Las cocinas miserables

    Errando y sólo errando se construye
    mi casa.
    A fuerza de tormentas y montañas crezco
    dentro de algo.
    Un espacio repleto de impaciencias ajenas.
    HOGAR MORADA PISO
    nunca más, muchas gracias. Siento suave
    viento aquí -y aquí es sólo un roto que apenas dura-,
    lejos de mis delgadas venas,
    y prefiero huir guiado por el desangre.
    NO VIVIR EN CASAS VACÍAS
    perdido en una absurda venganza aún
    más larga que mis hermosas
    piernas arrancadas y superpuestas
    NO MORIR EN CAJAS VACÍAS
    gritando a ras de tierra
    mil insultos arcaicos contra
    la familiaridad postiza de ciertos terrenos.

    No ignoro qué soy pero detesto estar aquí:

    Sir Francis Bacon
    para Julio Béjar

    Tras sesenta años
    estrellando contra el lienzo
    su amargura
    y odiando el resultado
    -desfiguraciones, papas gritones,
    animales gesticulantes
    y recién salidos del matadero,
    carne elástica y rojiza, empapada
    (flesh!) de muerte a todo color-.
    Tras una vida entera de sexo y borrachera
    sin nostalgia o sentimentalismo,
    Francis Bacon murió
    sin poder definir
    el amor que padecía.

    Cuatro apuntes sobre ciertos tipos de arquitectura

    I (20-1-2017)

    La sombra no es más que luz
    exhausta
    proyectada contra superficies roncas.
    Luz
    al fin y al cabo
    en forzoso silencio.

    II (23-1-2017)

    Soy una casa
    que desea ser tratada
    como una catedral.
    Recordadme en sacro sosiego
    mientras sueño
    que me reconstruyen.

    III (23-1-2017)

    Las grietas son susurros
    del tabique
    y el gotelé
    sus ejercicios de aclarado
    matutinos
    -gárgaras y carraspeos
    en relieve-
    pero por mucho que se cuiden
    la voz de los edificios
    suele quebrarse rugosa.

    IV (23-1-2017)

    Envidia nuestro piso
    la duración carnosa que nos domina:
    los achaques, las enfermedades,
    la mortalidad última…
    Ser sin placas ni conmemoraciones.
    Pasar. Entrar y salir de lugares
    tan anodinos y estáticos
    como él
    por experimentar
    su propio exterior.

    Salvador Galán Moreu nació en Granada, España, en 1981. En poesía publicó “Libro de Diabologán”, 2013; “La puntualidad de Henrich Böll”, 2016; “Pan de Dédalus”, 2016; “No fall (diario de entreotoños)”, 2020. Poemas suyos fueron incluidos en varias antologías. Con “La puntualidad de Heinrich Böll” ganó en 2015 el premio internacional Gastón Baquero. Es también narrador. “No fall” tiene la singularidad de un diario poético ilustrado por el propio autor.

Declarada de interés cultural (2014)

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