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  • Amparo Osorio (Colombia) / Pasa la sombra

    Igual muere la huella

    El viento esculpe rostros
    y tú que vigilas la hierba
    desconoces ahora los indicios
    de toda eternidad.
    Fuera de ti
    no hay raíces posibles.
    ¿Cómo nombrarte
    sin que crezca la muerte?

    Derrumbe

    Se acumulan los días, los años
    la erosión de la vida
    nos echa encima su balandra y vamos
    hacia el despeñadero.
    Pasa la sombra… pasa y mira
    y vuelve a acomodarse.
    Una luz de farol bordea la penumbra.
    Es la ciudad: me digo.
    La sombra se adelanta
    no quiere compartir mis pensamientos
    pero lee la esquina, los escombros
    los pasos solitarios y el eco de esos pasos
    mucho antes que sorprendan a mi cuerpo.
    El funerario pájaro del tiempo
    aletea en el aire.
    Las ruinas del amor se precipitan.
    Quiero cerrar los ojos.
    Quiero
    que sólo el viento pase
    y nos lea el poema de la errancia,
    que nos diga al oído
    sobre la honda pena que hoy irrumpe
    en el alma del saxo.
    que el viento,
    SÓLO EL VIENTO…

    Estación profética

    Crepúsculos ajenos
    destinos vanos
    presentes irreales

    ¡Desperdicio!

    Nada pueden mis ojos cambiar.
    Ni las palabras dichas o calladas
    ni el rostro de la muerte
    inventariado en los pliegues de la sombra.

    Olvidos. Cientos de olvidos
    y húmedas crisálidas
    —guardianas de las tumbas—
    avanzan a pesar de mi sollozo.

    Se cumplen los relojes
    con su cuota de espanto.

    En secreto

    ¿Por quién canta la oscura caracola
    y su polvo de siglos
    por qué persiste aún?

    Hemos partido tantas veces
    bajo el breve temblor de las estrellas
    que huir de nuevo
    es sólo más camino.

    No se parte.
    Nunca se parte
    se regresa siempre.

    Dispersión de ceniza

    Polvo que vuelve al polvo
    con las manos abiertas.
    Ya no cabe en el cielo
    la soledad de párpados.

    Muda y vacía
    en ti yace la tierra.

    Tierra de escombros
    implacable ultraje

    y el alto azul
    lejano.

    Edades antiguas

    Con tres heridas viene:
    la de la vida, la del amor, la de la muerte
    Miguel Hernández

    En otros años sólo
    moríamos de amor

    Ahora son tiempos
    de amapola y memoria…

    Se muere de pavor
    de exilios
    de traiciones.

    (Nació en Bogotá, en 1952. Publicó “Gota ebria”, en 1987; “Territorio de máscaras”, 1990; “Migración de la ceniza”, 1998; “Antología esencial”, con ediciones en 2001, 2004 y 2006; “Memoria absuelta”, 2004; “Oscura música”, 2013; y “La caída interior”, 2017. Es también narradora y ensayista. Poemas suyos fueron traducidos al alemán, árabe, francés, inglés, portugués, ruso y otras lenguas. Preside la Fundación Literaria Común Presencia, que se dedica a la investigación y difusión cultural. Fue directora de la colección de poesía La Voz Visible, entre otras actividades).