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  • José García Obrero (España) / Surcos de ceniza

    Desarraigo

    Nos refleja el cristal del desarraigo;
    volvemos al niño aquel que rompe espigas,
    que arroja sus preguntas hacia el aire
    y le llueven sin fuerza y sin respuestas.
    El rastro de las horas, desde entonces,
    solo conduce al aura del silencio,
    al frío que detiene cuanto late
    (lento fluir de arcilla por la sombra),
    un misterioso insecto que alimenta
    a la bestia que acecha en lo invisible.
    Por eso la clausura cotidiana
    deja en el aire surcos de ceniza
    mientras crece tu raíz en otro suelo.
    Rompe el viento el cristal y las espigas.
    Toda certeza el viento la deshace.

    Abstinencia

    A fuerza de ignorarla llega un momento
    en que la sed desaparece.
    Desde ese día, un deseo soterrado
    te somete de manera imprevisible.
    Puede ser en la fila central de sala
    de cine o en un ambulatorio:
    los ojos agrietados, la respiración
    rota como un ala de nieve
    dan avisos al labio que termina
    por beberse sus adentros.
    Das media vuelta y acudes crujiendo,
    como otoño, a la amargura.
    Persigues el porqué de esos terrones negros
    que te cubren los párpados.
    Una larga lombriz se ha enroscado en tu lengua:
    el agua se ha olvidado de tu nombre.

    Tatuaje

    La piel es periferia
    de esta ciudad
    que arroja
    contra el azul
    el blanco.

    Violencia gratuita

    Antes de cada puñalada hay una sonrisa:
    cae de la boca y queda colgada en el cuchillo.
    Sonrisa y acero se adentran juntas en la carne.
    Ahora debería decir que me aparto,
    que odio esta violencia gratuita
    asaltándome cada tanto en la puerta de casa
    vestida como una paloma sucia en un dintel.
    Pero ya soy un hueco y nada puede hendirse
    entre las luces o en el trasiego del viento,
    y este hecho llena de impotencia al asesino.

    Unos brazos abiertos pueden ser un buen golpe.

    El poema

    La bestia devora al pájaro.
    El pájaro era vuelo fulgurante,
    sombra azul sobre las tapias blancas;
    un brillo de belleza bajo la luz
    excesiva de una ciudad que ciega.
    La bestia devora al pájaro.
    Crujen los huesecillos en las fauces
    del implacable cazador airado
    que destruye la vida en un instante.
    Pero el poema ocurre: un vuelo
    levanta ahora la espalda de la bestia
    porque un pequeño corazón de pájaro
    aletea en el latido del pecho asesino.

    La tribu

    Este el fuego que la tribu custodia
    desde el origen; chispa de la palabra
    arrojada sobre el centro de la memoria
    que el viento propaga por los campos.
    Con este fuego se forja la forma
    exacta de la herida; perfora la piedra
    y, en esa cavidad, incuba el tiempo
    las larvas del gusano de la muerte.

    Este el fuego que alumbra con sus llamas
    un paisaje que nace al mirar hacia dentro.

    Sombras

    Has llegado a una esquina de ti mismo.
    Cruzaste nebulosas, tiempos, herrumbres
    hasta dar con la copa
    del árbol más antiguo de tu bosque.
    Y ahora que dejas de ser solo carne
    para oler a humedad de viejo sótano,
    ¿ha servido vaciarse, airear las estancias?
    Hay una puerta que te lleva al inicio,
    al momento anterior a franquear la puerta.
    Mejor no abrirla entonces para no detenerse,
    para no caminar sin movimiento, sin avance,
    agitada quietud de los embriones,
    fluido antenatal que la luz desconoce.
    La sombra blanca se traduce en penumbra.

    Lector

    Un deseo que devora
    y a la vez alimenta
    acciona las bisagras
    gastadas por el óxido
    del tiempo.
    Frágil el aire,
    la atmósfera lechosa
    de tanto hablar a oscuras,
    quiere escapar afuera;
    iluminar las nubes
    con palabras de fuego
    anillado a los pájaros.
    ¿Entiendes el mensaje?
    ¿Rompe al fin
    la sal de tus tobillos el cristal?

    Nació en Santa Coloma de Gramenet, España, en 1973. Publicó en poesía “Un dios enfrente”, “Mi corazón no es alimento”, “La piel es periferia”, “Tocar arcilla al fondo” y “Hueso”. Fue finalista del premio Ciudad de Alcalá de Henares, en 2013, y ganó el Premio Ciudad de Burgos, en 2016. Es también traductor. Publicó “Mal” y “Penumbras”, del poeta catalán Jordi Valls i Pozo. Coordinó el grupo de poesía visual El Píxel en el Ojo.

Declarada de interés cultural (2014)

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