-
Textos de IA llegarán a ser “indistinguibles” de los humanos
El compositor y cantante argentino Pedro Aznar se declara parcialmente satisfecho con letras de canciones que requirió a estos sistemas.
-
El español Bernier obtuvo el premio Manuel Alcántara
Es el concurso en el que se participa con un único poema y que rinde homenaje al poeta malagueño (1928-2019).
-
Biodiversidad es una “palabra poética”, dice Elicura Chihuailaf
El poeta mapuche chileno reivindica la posición de su pueblo, que propone un desarrollo que respete “todo lo que hay”.
-
La velocidad de las redes perjudica la lectura de poesía
La española María Paredes, que acaba de publicar un nuevo libro, dice que las redes no dan tiempo para decodificar.
-
La pasión amorosa de Rubén Bonifaz Nuño
El poeta fue recordado en un encuentro en Ciudad de México, en el que se presentó una antología de textos.
-
Ataque político a un mural del poeta español Paco Mollá
El hecho ocurrió en Petrer, provincia de Alicante, Comunidad Valenciana. Fue dañada una frase del autor en contra del fascismo.
-
Tocar hasta el fin. Y que se alegren las sombras
JORGE LUIS BORGES
A Johannes Brahms
Yo que soy un intruso en los jardines
que has prodigado a la plural memoria
del porvenir, quise cantar la gloria
que hacia el azul erigen tus violines.
He desistido ahora. Para honrarte
no basta esa miseria que la gente
suele apodar con vacuidad el arte.
Quien te honrare ha de ser claro y valiente.
Soy un cobarde. Soy un triste. Nada
podrá justificar esta osadía
de cantar la magnífica alegría
-fuego y cristal- de tu alma enamorada.
Mi servidumbre es la palabra impura,
vástago de un concepto y de un sonido;
ni símbolo, ni espejo, ni gemido,
tuyo es el río que huye y que perdura.(Buenos Aires, 1899 – Ginebra, 1986)
GONZALO ROJAS
Adiós a John Lennon
Acostúmbrate, John, a verlas por el periscopio
de mármol, a palparlas
desde ahí tan lejos en tu escafandra
de raso,
ah y por liturgia
aunque sea sábado y sigas
teniendo 22 tocando
durmiendo toca hasta el fin,
estremecimiento de diamante,
no
huelas la locura de estas rosas.(Lebu, 1916 – Santiago de Chile, 2011)
JORGE ARTEL
La cumbia
Hay un llanto de gaitas
diluido en la noche.
Y la noche, metida en ron costeño,
bate sus alas frías
sobre la playa en penumbra,
que estremece el rumor de los vientos porteños.
Amalgama de sombras y de luces de esperma,
la cumbia frenética,
la diabólica cumbia,
pone a cabalgar su ritmo oscuro
sobre las caderas ágiles
de las sensuales hembras.
Y la tierra,
como una axila cálida de negra,
su agrio vaho levanta, denso de temblor,
bajo los pies furiosos
que amasan golpes de tambor.
El humano anillo apretado
es un carrusel de carne y hueso,
confuso de gritos ebrios
y sudor de marineros,
de mujeres que saben a la tibia brea del puerto,
al yodo fresco del mar,
y al aire de los astilleros.
Se mueve como una sierpe
sonora de cascabeles,
al compás de los chasquidos
que las maracas alegres
salpican sobre las horas
desmelenadas de ruido.
Es un dragón enroscado
brotado de cien cabezas,
que muerde su propia cola
con sus fauces gigantescas.
¡Cumbia! -¡danza negra, danza de mi tierra!
¡Toda una raza grita
en esos gestos eléctricos,
por la contorsionada pirueta
de los muslos epilépticos!
Trota una añoranza de selvas
y de hogueras encendidas,
que trae de los tiempos muertos
un coro de voces vivas.
Late un recuerdo aborigen,
una africana aspereza,
sobre el cuero curtido donde los tamborileros,
-sonámbulos dioses nuevos que repican alegría,
aprendieron a hacer el trueno
con las manos nudosas,
todopoderosas para la algarabía.
¡Cumbia! Mis abuelos bailaron
la música sensual. Viejos vagabundos
que eran negros, terror de pendencieros
y de cumbiamberos
en otras cumbias lejanas
a la orilla del mar…(Cartagena de Indias, 1909 – Malambo, Colombia, 1994)
JAIME SABINES
La música de Bach mueve cortinas
en la mañana triste, y un viento con amores
se desliza en las calles y en los corazones.
Nadie sabe por qué, pero se alegran
las sombras y los hombres
como si Dios hubiese descendido a fecundarlos
y en el asfalto espigas de oro florecieran.
En el día de hoy el sol se ablanda
y mansa luz como un aceite unta
a los cansados y a los tristes.
Un canto para sordos se desprende de las cosas
y esa terrible dulzura que es Dios insoportable
contagia la salud de un pecho a otro.
Es la hora interminable, la inasible,
la eternidad que dura un abrir y cerrar de ojos.
(Mientras esto he dicho, el día se ha partido en
dos como una granada madura.)(Tuxtla Gutiérrez, Chiapas 1926 – Ciudad de México, 1999)
ELVIO ROMERO
Guitarra de sembradores
Contorno y geografía de sueño y de madera,
tienes, guitarra, soles que encienden la garganta,
ecos que condecoran la sangre con estruendo,
el corazón con brasas.
Cristal de miradores aflorando en el pecho,
vena de nuestra voz, terrón arrebatado,
endurecida gota de arboledas sonoras,
de tórrido remanso.
Tienes una armadura de forestal silencio
y áridas bocanadas de estos desiertos áridos,
golpeándonos por dentro con sus sordos secretos
de arpegios incendiados.
Veo en las madrugadas duras manos que cogen
tu cuerpo, hasta apretarlo contra otro cuerpo duro,
desembocando en él para empezar el día
con vértigo profundo.
Son como marejadas que llegan a ribera
y extienden en reposo sus olas más feroces.
Litoral de madera: tu caja es una orilla
donde cantan los hombres.
Dejan allí sus venas, su amor, de cara al viento,
orlados por el sol que las raíces quema,
mientras van arrojando semillas con las manos
en las amargas tierras.
Que tienen la epidermis soleada y te enamoran
con áspera caricia, con raptos torrenciales,
y te dejan sus nervios, su corazón, sus huesos
y su canto anhelante.
Hace falta tocar, coger la más profunda
fibra de hervor caliente o sol desparramado,
para tener la boca ardiente y encendida
y seguir caminando.
Firmes manos te toman de la firme cintura,
firmes manos de suave sudor y antigua sangre,
con una vocación de acuchillar tristezas
besando sus cordajes.
Son hombres que perforan su pecho con tu caja
para enterrarte en él como en rojo relámpago,
hasta que allí te envuelva su cotidiana fiebre
de sueño y arrebato.
Son hombre todos llenos de relente y boscaje,
cálices de la vida, generosos y fuertes,
que cantan y te sienten y están amaneciendo,
que gritan y te sienten.
Toca, guitarra plena, amanecida, toca
la cuerda popular, la más caliente y densa,
aunque rompa tu cuerpo sonoro su mensaje,
su vibración tremenda.
Y entonces cuando vistas ese ardiente ropaje
de las cosas que tienen color de nuestros actos,
pondré tu arquitectura de madera profunda
sobre el pecho, cantando.(Yegros, Paraguay, 1926 – Buenos Aires, 2004)
OLAVO BILAC
Música brasileña
A veces tienes el fuego soberano del amor:
En tu cadencia encendida en requiebros
Y en encantos de impureza,
Encierras todo el hechizo del pecado humano.Sobre esa voluptuosidad sin embargo, vaga la tristeza
De los desiertos, de las selvas y del océano:
Poracé bárbara, banzo africano,
Y suspiros de la trova portuguesa.Eres samba y jongo, xiba y fado,
Cuyos acordes son deseos y orfandades
De salvajes, cautivos y marinos:Y consistes en tristezas y pasiones,
En dolor lascivo, en el beso de tres nostalgias,
Flor amorosa de tres razas tristes.(Río de Janeiro, 1865 – ib. 1918)
ATAHUALPA YUPANQUI
Romance de la luna tucumana
Bajo el puñal del invierno
murió en los campos la tarde,
con su tambor de desvelos
salió la luna a rezarleRezos en la noche blanca
tañen las arpas del aire,
mientras le nacen violines
a los álamos del valleZamba de la luna llena
baila la noche en las calles
con su pañuelo de esquinas
y su ademán de saudadesSe emponchan de grises nieblas
los verdes cañaverales,
y caminan los caminos
con una escolta de azaharesLa noche llena de arpegios
la copa de los nogales,
el tamboril de la luna
cuelga su copla en el aireZamba de la luna llena
baila la noche en las calles,
con su pañuelo de esquinas
y su ademán de saudades
Mi corazón bate palmas
con las manos de mi sangre
mientras, cansada, la luna
se duerme sobre los valles.(Pergamino, Provincia de Buenos Aires, 1908 – Nimes, Francia, 1992).
(El 22 de noviembre se celebró en varios países el Día de la Música. Esta fecha tiene raíz religiosa, pues fue instituida en 1594 en homenaje a Santa Cecilia, “patrona de la música”, según la decisión del papa Gregorio XIII. En cambio, en 1975, la UNESCO instituyó el Día Internacional de la Música, aunque en varios países, como se vio en noviembre, celebran en jornadas diferentes a la de esta declaración).