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Poesía e inteligencia artificial: “Nada nuevo bajo el sol”
Maite López Las Heras, poeta y traductora, considera que las máquinas no podrán aportar nada parecido a la sensibilidad humana.
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El surrealismo fue digerido pero, tras cien años, “regurgita”
Así opinó Humberto Díaz-Casanueva, poeta y ensayista chileno, quien destacó los aportes al movimiento que se verificaron en su país.
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Ibáñez: los poetas escriben canciones “sin darse cuenta”
El compositor y cantante español reivindica al humanismo para hacer frente al fascismo y a “la barbarie del siglo XXI”.
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La poesía es lo que la humanidad tiene en común, dice Adonis
El poeta sirio, al recibir el premio Joan Margarit, se mostró cauteloso frente al cambio de régimen en su país.
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“La voluntad de la tierra”, poemas en 22 lenguas americanas
Abarca a poetas de pueblos originarios de México, que son la mayoría, y de Colombia, Ecuador, Guatemala, Paraguay y Perú.
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Editar para interesar al lector, propone Manuel Borrás
El editor español de Pre-Textos, fundada en 1976 y con presencia significativa en poesía, reivindica la independencia de la crítica.
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La sangre soñadora de los trenes
JORGE TEILLIER
Los trenes de la noche
1
El puente en medio de la noche
blanquea como la osamenta de un buey.
Entre la niebla desgarrada de los sauces
debían aparecer fantasmas,
pero sólo pudimos ver
el fugaz reflejo de los vagones en el río
y las luces harapientas
de las chozas de los areneros.3
Recuerdo la Estación Central
en el atardecer de un día de diciembre.
Me veo apenas con dinero para tomar una cerveza,
despeinado, sediento, inmóvil,
mientras parte el tren en donde viaja una muchacha
que se ha ido diciendo que nunca me querrá,
que se acostaría con cualquiera, menos conmigo,
que ni siquiera me escribirá una carta.
Es en la Estación Central
un sofocante atardecer
de un día de diciembre.5
Los pinos descortezados y nudosos
pasan interminablemente delante de nosotros,
y nos miran hasta que nos damos cuenta
de que su rostro es el rostro
de nuestros verdaderos antepasados.7
Cuando el pequeño tren se anima a subir la cuesta
mira temeroso a la luna
que lo contempla con la misma cara airada
con que el reloj de cocina mira al adolescente
que por primera vez llega tarde a casa.(Lautaro, Chile, 1935-Viña del Mar, Chile, 1996. Poemas de “Crónicas del forastero”, Colección Musarisca, Ediciones Colihue, Buenos Aires, 1999).
ENRIQUE MOLINA
Como debe ser
Aquí está mi alma, con su extraña
insatisfacción, como los dientes del lobo:
la narradora de naturaleza cruel e insumisa
que nunca encuentra la palabra;
Y por allá se aleja un viejo tren, momentáneo y perdido,
como una luz en la lluvia, pero vuelve
a repetir su jadeo férreo y a llevarnos de nuevo
en el verde aire de los amores errantes.
Pues un tren no sólo moviliza sus hierros
sino sangre soñadora deslumbrada por el viaje,
rostros arena, rostros relámpagos, rostros que
/ hacen música
y puede crujis burlonamente también
cuando los demonios, en el salón comedor,
al cruzar por una pequeña estación de provincia
con un cerco de tunas y el mendigo predilecto de
/ la Virgen,
sacaban la lengua y aplastaban su trasero desnudo
/ contra el vidrio de la ventanilla.
Y nunca más vuelvas a despedirte de mí,
en medio de esta tierra cabeza abajo que se eriza
/ en el aire frío.(Buenos Aires, 1910-Ib. 1997. Poema de “Orden terrestre. Obra poética 1941-1995”, Seix Barral, Buenos Aires, 1995).
JUAN MANUEL ROCA
Trenes
Atentos
a señales luminosas
los trenes
los furgones del correo
(látigos negros que parten la noche
en dos tajos de silencio)
dibujan oscuros trazos
secretas escrituras.Alguien
hace el cambio de agujas en el muelle:
entonces entran
al túnel de mis sueños.(Medellín, Colombia, 1946. De “Botellas de náufrago. Antología poética 1973-2008), Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 2008).
VICENTE MULEIRO
Trenes
Trenes que salen de ningún lugar
trenes que arriban a ninguna parte.No atraviesan la bruma
ni levantan el polvo
ni murmuran su paso por las noches.Como la vida, trenes.
Sin embargo, en silencio
alguien les dice adiós a ciertos rostros
desdibujados en las ventanillas.(Buenos Aires, 1951. De “El maratonista. Antología personal 1978-2016”, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2016).
VIOLETA PARRA
Pasamos por Longaví
La alegre nos duró poco
porque la casa decente
menió toitita la gente
dandon chilli’os de loco.
Mi taita poquito a poco
fue enseñándonos muy bien
qu’estábamos en un tren
y no hay por qué tener susto,
dejándonos muy a gusto
nos arrimamos a él.Saliendo de la ciudad
fue la primera sorpresa
que me dejó la cabeza
un tanto destatalá’;
mi taita con majestad
dijo: es el campo, niñitos,
aquellos son corderitos
y esas alturas, montañas,
y esa humildes cabañas
de los pobres, pues, hijitos.Pasaban como unos rayos
uno por uno los bueyes,
derechos como unos reyes;
los puentes y los caballos.
Un hombre vendiendo paños,
otr’ofertando peinetas.
Si no te callas, Violeta
-con cara de vinagrera,
dijo mi mamá sincera-,
yo voy a darte la fleta.Y yo que por vez primera
paseaba como una reina,
dichosa porque me peina,
el viento la calavera.
¡Benhaiga la ventolera
que dentra por la ventana!,
protesta de mala gana
un franciscano gruñón,
al verse sin “guarapón”
y al cogote la sotana.Pasamos por Longaví
llegamos a Miraflores
como chirigües cantores;
abrimos el cocaví.
Los pasajeros allí,
comieron pollito fiambre,
después vide los alambres
que s’iban y se venían,
y de repente veía
de pájaros, un enjambre.(San Carlos, Chile, 1917-La Reina, Santiago, 1967. De “Poesía”, Editorial UV de la Universidad de Valparaíso, Valparaíso, 2016).
Declarada de interés cultural (2014)