“La poesía también es un arte escénico”. La afirmación es del actor español José Luis Esteban, quien para más le da estatus de “comprobación”, y bien puede ser punto de partida para un debate con oportunidad de alcanzar profundidades. En su caso, no obstante, es propia del entusiasmo y la expectación por el espectáculo “Amores feos”, que pone en escena junto con el músico José Javier Gracia.
La presentación se realizó en enero en el Teatro del Mercado, de Zaragoza. La dramaturgia estuvo a cargo de Esteban y la música es creación de Gracia, interpretada por él mismo y un cuarteto de cuerdas, pero además hubo proyección de material audiovisual. Los textos son de poetas españoles contemporáneos, entre ellos Manuel Vilas, Luis García Montero, Carlos Salem, Pepe Ramos, Roger Wolfe, David González, Karmelo Iribarren, César Manzanos Bilbao, Inma Luna y Nuria Mezquita.
El actor dijo al diario El Heraldo que “hace tiempo que pudimos comprobar que la poesía también es un arte escénico, que la palabra y la música, hermanadas en un signo escénico integral, logran crear una temperatura óptima de cercanía con el espectador”.
“Nos gusta entretener al espectador con poesía. Divertirlo, emocionarlo, sorprenderlo. Nos gusta la poesía urbana, reveladora, a veces caústica y a veces tierna; a veces violenta y a veces íntima; siempre reveladora, irónica, y con su puntito desmitificador. Una poesía que cuenta y que nos cuenta, que gusta hasta a los que no les gusta la poesía”.
También dijo: “Nuestro modo de encarar la poesía en escena trasciende el clásico recitado de los textos, de su prosodia, de su ritmo y de su ilustración musical. No inventamos nada: hace ya muchos años que el ‘spoken word’ se empeña en dotar al verso escrito de un aliento artístico. Nosotros, además, enmarcamos la poesía dentro de cierta teatralidad mestiza y esencial”.
La música, explicó, no es una mera “ilustración” del texto poético, sino que “lo recorre también junto con la voz humana, la música también lee el poema”.
En cuanto a la actuación de Esteban, “la exigencia comienza con el abandono de cualquier retórica y prosodia que desvirtúen los versos y los coloquen lejos del espectador. Se propone una afinación en la manera de decir que en ocasiones bordee, sin pretenderlo, el canto. El compromiso del actor busca llegar al espectador, resolución escénica y cercanía”.
A todo ello se suman audiovisuales de Javien Macipe, en los que “gente anónima recita pequeños poemas a cámara. El blanco y negro, la sencillez formal y el protagonismo de los rostros son la base de las proyecciones”. Así, dijo Esteban, “el ciudadano, en su sentido pleno, es el gran protagonista de la poesía que escriben los poetas que nos gustan”.
Esteban insiste en desacralizar a la poesía que lleva al público, al definirla como “salvaje y tierna a la vez, íntima y exhibicionista, con un lenguaje y una musicalidad que la convierten en paradigma de esta realidad posindustrial que nos ha tocado vivir. Y con humor. Una poesía escrita para ser contada. Comprensible, hermosa y fea, limpia y sucia. Como la vida, como el amor”.
En cuanto a los autores incluidos, dijo que Manuel Vilas es a quien prestaron más atención, pues “su poesía constituye un buen ejemplo de cómo pueden ajustarse el verso, la voz y la música. Una poesía torrencial, vitalista, alegre, caótica, despedazada y muy muy personal”. (14.1.2013)