“Recogimiento” tras la inspiración: palabra de Federico García Lorca

El poeta y dramaturgo granadino entendía al momento de inspiración como un viaje después del cual la escritura es posible.

    Estos conceptos fueron expresados por Federico García Lorca  en una conferencia que pronunció en 1926, titulada “La imagen poética de Luis de Góngora”, y que es recordada por el poeta salvadoreño Álvaro Darío Lara para describir el significado de la reunión y el pronunciamiento que realizó un grupo de poetas en 1927, en lo que pasó a llamarse Generación del 27.

   En septiembre de ese año, se reunieron en el Ateneo de Sevilla Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Emilio Prados, Rafael Alberti, Luis Cernuda y Manuel Altolaguirre, entre otros creadores y creadoras.

   Darío Lara (San Salvador, 1966), académico y crítico literario, además de poeta, toma la conferencia de Lorca para evocar aquellos hechos en un artículo en el diario Co Latino.

   Expresó el poeta granadino: “Dice el gran poeta francés Paul Valéry que el estado de inspiración no es el estado conveniente para escribir un poema. Como creo en la inspiración que Dios envía, creo que Valéry va bien encaminado. El estado de inspiración es un estado de recogimiento, pero no de dinamismo creador. Hay que reposar la visión del concepto para que se clarifique. No creo que ningún gran artista trabaje en estado de fiebre”.

   “Se vuelve de la inspiración como se vuelve de un país extranjero. El poema es la narración del viaje. La inspiración da la imagen, pero no el vestido. Y para vestirla hay que observar ecuánimemente y sin apasionamiento peligroso la calidad y sonoridad de la palabra”, agregó.

   En esa línea, García Lorca dijo sobre Góngora que “no se sabe qué admirar más: si su sustancia poética o su forma inimitable e inspiradísima. Su letra vivifica a su espíritu en vez de matarlo. No es espontáneo, pero tiene frescura y juventud. No es fácil, pero es inteligible y luminoso. Aun cuando resulta alguna rara vez desmedido en la hipérbole, lo hace con una gracia andaluza tan característica, que nos hace sonreír y admirarlo más, porque sus hipérboles son siempre piropos de cordobés enamoradísimo”.

   El homenaje a Góngora en Sevilla, en 1927, fue también una “señal de renovación y continuidad en la historia literaria de España”, sostiene Lara.

   A los jóvenes que se reunieron en el Ateneo, prosigue, “los une el reconocimiento y la admiración por la suprema integridad y solidez poética que supone la obra de Góngora, sobre todo por su depurada técnica, su perfección formal, donde se impone, sobre cualquier otra realidad, como sucede en la gran poesía, el protagonismo absoluto de la imagen y la metáfora, como elementos dadores, constructores de un mundo que no puede expresarse de otra manera, que existe por sí mismo”.

   Por su parte, García Lorca definió a Góngora, en la conferencia de 1926, como “suntuoso, exquisito, pero no es oscuro en sí mismo. Los oscuros somos nosotros, que no tenemos capacidad para penetrar su inteligencia. El misterio no está fuera de nosotros, sino que lo llevamos encima del corazón. No se debe decir cosa oscura, sino hombre oscuro. Porque Góngora no quiere ser turbio, sino claro, elegante y matizado. No gusta penumbras ni metáforas diformes; antes, al contrario, a su manera explica las cosas para redondearlas. Llega a hacer de su poema una gran Naturaleza muerta”.

   La nota completa, que incluye otros conceptos sobre Góngora y su obra, está disponible en este enlace: https://www.diariocolatino.com/por-el-mar-de-oro-gongorino/

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *