Ráfaga
Un verso es una ráfaga, una apuesta,
un disparo de luz contra la muerte,
contra esta sangre ahora calmada de deseos,
contra el coto de la mirada o los frutos hueros
de un sol impulso que nos lleva.
La cera de las venas,
la madeja
de la risa hilando vida,
saldando anatomías,
la vieja mecha de los músculos ardiendo,
cal nueva entre los tuétanos del aire,
aun vibran.
Aun colean
el gusano de oxígeno y de seda
que vigila el telar que nos teje con su trama,
las ceremonias de lo lento,
y el calambre vivo de la penumbra.
Sí, la tarde a punto ha sumido el tiempo,
el palpitar de lo oscuro, el reflejo,
que condena a la sombra a ser lo otro,
pero late.
Si te acercas parece
que comienza la aurora:
ávido contraste, planicie,
rumores del alba oreando la melancolía.
Un verso es una ráfaga, un disparo,
una apuesta de amor frente a la muerte.
Acompasados
Tensar la savia de los días,
el origen de la derrota,
el principio de tanto menoscabo.
Penetrar en la música del tiempo,
disolver su cadencia,
acompasarnos,
dejarnos llevar por su canto abierto,
sin agobios, sin prisa.
Atrevernos,
y al momento compartir la aventura
de la respiración,
la gran sorpresa azul
del monte ascendido en el verdor del roble,
y ser el roble, hacernos a su hechura.
Y en la orilla del lago,
limo de luz, disfrutar esa penumbra nueva
que nos aviva y nos aquieta.
Igual que tú, el agua desconoce
la raíz del estío,
la hoguera de su alto taller,
¡y tú aun sin darte cuenta!,
pero se crece y alza cuando enjuaga
lo sencillo y lo mejor del hombre.
Tiemblo
Estremece esta luz,
desgarra el pulso
de cierto escalofrío de otro tiempo.
Estremece esta atmósfera latente,
su respiro de bruma sosegada,
su extravío sonoro de cal nueva.
Estremece lo sagrado del agua,
la soltura de la voz, el enigma
que se desgrana contra la tristeza
y aparece para salvar la fibra
de este instante del mundo
que aviva la frescura:
¡El sacramento del aire!
¡Las maguas del silencio!
¿Hasta cuándo el espejo y la navaja
de la noche cortarán nuestros vuelos,
si somos aves de la luz,
mariposas sin alas de la luz,
que anhelan la hilazón de un cielo nuevo?
¿Hasta cuándo la siembra que se ampara
en los surcos de la melancolía?
Hay un alma que no huye jamás
y se reitera
entre la melopeya de su nido y su silencio,
como el alba, como los pájaros recientes.
Estremece
el misterio candente que se aploma
en esta hoguera de luces vespertinas.
Los ángeles anómalos
II
Nunca se sabe.
Somos tan prescindibles, tan efímeros,
que en el agua del río que miramos
no queda de nosotros, nada más
que la imagen escasa del recuerdo.
Pero eso sí,
hay algo que nos salva,
algo que nos distancia de la nada,
y es ese tintineo sereno de la hoja
que observamos y vivimos asombrados.
En ese baile nuevo,
en ese percutir sencillo está la vida.
Tras el llanto
Vivir será a la postre la primera
suerte que llega con la voz del llanto.
Se abre a la vida tras nacer el canto,
la luz y la palabra, su quimera.
Si el invierno se torna primavera
después de tanto frío y hielo tanto.
Si verano y otoño, seña y santo
de la alegría fueron lanzadera.
¡Conténtese, sonría, salte el hombre!
¡Álcese la mujer en esta suerte!
¡Que el mundo se divierta y que se asombre,
alegre contra el rostro de la muerte!
Y si el vivir transcurre de esta guisa:
¡A reír y a partirse de la risa!
Machadiana
“Y ayuna, y labra, y siembra, y canta, y llora”:
versos de don Antonio en cuerpo y alma.
Ayunar y vivir desde la calma
y labrar la emoción de la demora.
De aquel que siembra dicen que atesora
vida, y cosecha tras cosecha empalma,
por eso canta y de esa forma encalma
el tiempo, savia que a su cielo implora.
Que algunas veces llora, ¿quién lo duda?
Nadie se libra de sufrir la herida,
ni de abrir a su llanto la garganta.
Quien sabe de la tierra es quien la suda.
Y solamente da vida a la vida
quien labra, ayuna, siembra, llora y canta.
(Nació en Zamora, en 1956. Entre sus obras publicadas figuran “Del polen al hielo”, “Lo lento”, “El dilema del aire”, con el que obtuvo el premio Ciudad de Salamanca, en 2020, y “Mientras pueda decir”. Es también autor de poemas para la niñez, con varias obras publicadas. Es especialista en la poesía de Claudio Rodríguez, poeta zamorano sobre quien realizó estudios y escribió artículos y ensayos. Asimismo, editó un libro sobre la poesía de Rodríguez orientado a niñas y niños. Además, musicalizó poemas de varios autores, entre ellos Rodríguez, José Hierro, Fernando Pessoa y Pablo Neruda).