Eugene Guillevic (Francia) / Hablar en la sombra

Hay quienes deben
Hablar, hablar aún en la sombra en los rincones

De las heridas que cicatrizan penosamente
En la noche más clara

Y de los estanques que bostezan
Diríase junto a muro
Que los mantuviera tendidos.

Hay quienes deben
Bordear ese muro, el mismo,
Y tratar de abrirlo

Con palabras, con nombres que hay que encontrar
Para todo lo que no tiene forma ni nombre.

Estrella

Estrella saciada
De fuego, de frío

Estrella saciada
Del fuego de las leyes,

Del espacio rey,
Del tiempo rey supremo,

Estrella saciada
De la poca vida,

Cae si es tu gusto
Más allá del espanto.

La distancia interior
Pierde medida,

Hasta la inmensidad.

Sólo es una esfera
Sin confines ni ámbitos,
Donde lo negro oscila
Como el cuerpo de un monstruo.

Y allá lejos, perdido
En la masa enorme,

Un ojo que mira
Y que brilla apenas:

El núcleo de la brasa.

Así, entonces, rosa
A pesar

De los mimos, las repeticiones,
los análisis, las descripciones,
Las líricas modulaciones,
Las amorosas devastaciones,

Aún a pesar
De las comparaciones,

Tú continúas
Idéntica.

Batir

Sin ala, sin pájaro, sin viento, pero de noche

Nada más que el batir de una ausencia de ruido

El tiempo (fragmento)

a Francis Ponge

El tiempo que puede cambiar
La nube en nube
Y la piedra en rocalla,
Que hace también languidecer
Un pájaro en la arena

Y reduce a silencio
El agua pura caída
En el olvido de las grietas

El tiempo existe,
A mitad de camino.

La cuestión está allí,
Entre viento y tiempo
Pero siempre en el orden del mar,
Como escamas,

Y nosotros excluidos.

Quisieras
avanzar en tu poema
como un arroyo

sinuoso, apresurado

y tiemblas por volverte
como un estanque

donde quizá, estático,
no te reconocieras.

Quienes no tienen otra forma de poder que su grito
Te gritaron, casa vieja:

Es por ti,
Haz algo más todavía.

Abre la tierra, casa vieja,
Abre la tierra y dinos

Sí tú amas,
Si al menos tú amas.

(Nació en Carnac, Francia, en 1907. Cuenta con una obra poética muy extendida, muy enfocada en la observación, el descubrimiento y el redescubrimiento de los materiales del mundo. Entre los títulos que publicó figuran “Requiem”, 1938; “Terraqué”, en 1942, reeditada en 1963; “Carnac”, 1961; “Boquetes”, 1982, y “Lexiquer”, 1986. Entre otros reconocimientos, recibió el Gran Premio de Poesía de la Academia Francesa, en 1976, y el Nacional de Poesía, en 1984. Murió en París, en 1997).

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