Luis Rosales / Náufrago metódico

(Nació en Granada, en 1910. Sus primeros poemas se conocieron de la mano de espacios vinculados con la Generación del 27. Comenzada la Guerra Civil, acogió en la casa familiar a Federico García Lorca, a pesar de su orientación política que se expresó, posteriormente, en colaboraciones con publicaciones falangistas. Mucho tiempo después dirigió Nueva Estafeta, revista que incluyó obras escritas en varias lenguas de España, no solo en castellano, mientras se acercaba a postulados vinculados con la democracia. En 1982 recibió el Premio Cervantes. La Editorial Trotta publicó su obra completa, dividida en “Poesía”, “Cervantes y la libertad”, “Estudios sobre el Barroco”, “Ensayos de filosofía y literatura”, “La obra poética del conde de Salinas” y “La mirada creadora. Pintura, música y otros temas”. Murió en Madrid, en 1992).

El tiempo es un espejo en que te miras.
Tú ya has entrado en el espejo y andas
a ciegas dentro de él. Tú ya has entrado
en el espejo. Nada
te puede desnacer; ya eres viviente;
tu carne sucesiva y simultánea
es igual que un trapecio donde un pájaro
a pie, se maniata
dando vueltas y vueltas, procurando
sostenerse en su cuerpo;
y en la barra
estén fijas sus manos mientras gira,
—abajo, arriba, abajo—
hasta que al alba
vuelva a girar el cielo y ya no pueda
seguirse sosteniendo, y se le caigan
las manos, se le agrieten
las manos, se le abran
las manos temblorosas,
y al perder su sostén el cuerpo caiga
como agua desatándose,
y empiece
la música en sus alas.

Autobiografía

Como el náufrago metódico que contase las olas que le
bastan para morir;
y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores,
hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño y le cubre
la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de cartón
en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.

La luz interrumpida

Homenaje a Juan Ramón

Nunca pero contigo, aunque la vida sea
la luz de ese mañana que nunca viviremos,
un tren que no esperabas y ha llegado, una hora
que empieza siendo alondra y acaba siendo espejo.

Cuántas veces he visto un columpio en tus ojos
mirando y sin mirar un ayer venidero,
viviendo y sin vivir algo que nunca llega
y a fuerza de esperarlo se va haciendo más nuestro.

Miradas con recuerdos por hacer que aún se doran
¿en qué sol amarillo o en qué tarde de invierno?
soles que ya estuvieron ardiendo en otra boca
y luego al enfriarse se convierten en besos.

Manos que poco a poco se han ido haciendo sombras
y alucinadamente te acarician durmiendo,
cenizas ¿de qué luto?, despertar ¿en qué vida?,
y esta mínima y lenta procesión de los huesos,

y este temblor de azúcar bajo la lengua cuando
te toco y no sé cómo despiertas y te veo
y tu cuerpo es un río que pasa ante mis ojos
y el amor vuelve a darnos su desmemoriamiento,

y esto quizás no vuelva a suceder, quizás
no vuelva a despertarme con los ojos abiertos,
ni sepa en qué momento de luz interrumpida
la nieve vendrá a verme cuando estemos naciendo

juntos y para siempre, ¿en qué mañana? ¿cuándo
seré sólo una lluvia de ceniza en tu cuerpo
y aún querré estar contigo y vivir una vida,
de después o de nunca, para seguir cayendo?

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