La cantante argentina adhiere a un universo creativo que incluye a Violeta Parra, Chabuca Granda y Chico Buarque, entre otros.
María Sicardi está presentando a mediados de marzo en Buenos Aires su obra “Milagro escondido”, con varias composiciones propias, que se inscriben en una trayectoria artística en la que la palabra poética está en primer plano.
“Vivimos en una época donde la poesía no tiene la atención que merece; y hay que leerla, decirla y cantarla. La poesía sigue viva, aunque los poetas se hayan ido”, declaró a La Poesía Alcanza.
Sicardi estuvo radicada en México, país que –dice- la nutrió profundamente con sus músicos y poetas. Ahora espera llevar “Milagro escondido”, en el que los aires del folclore argentino conviven con tangos y canciones, a otros lugares del país, tras su presentación en la capital, y a Latinoamérica.
Lo que sigue es el diálogo con La Poesía Alcanza, a raíz de su presentación del 16 de marzo en Hasta Trilce.
La Poesía Alcanza.- Hay un tono de reivindicación de la palabra en estos temas que componen “Milagro escondido”. Es más, llega a hablar de “sobrevivencia”. ¿A qué sobrevive la palabra? ¿Es una confirmación del pasado que la constituyó como artista, o es una referencia a la época en que vivimos? ¿O ambas cosas?
María Sicardi.- Son ambas cosas: por un lado la poesía que me constituyó como artista, por pertenecer a una familia de músicos y escritores; y también porque vivimos en una época donde la poesía no tiene la atención que merece; y hay que leerla, decirla y cantarla. La poesía sigue viva, aunque los poetas se hayan ido.
LPA.- Usted gozó de la convivencia con la poesía en su familia, en la infancia. ¿Cómo fue en las etapas posteriores y cómo es en el presente? ¿Es lectora de poesía? ¿Desea mencionar algunas lecturas?
MS.- Desde los 14 años empecé a escribir poesía libre y sonetos y leía mucha poesía. Gracias a esa etapa de la infancia y de la adolescencia hoy puedo plasmar en mis letras todo ese equipaje que me acompañó cuando empecé a componer intentando que las palabras adquirieran contenido, profundidad y vuelo poético. Es lo que sigo buscando a través de mis canciones. La poesía ha estado conmigo siempre. Si, me encanta leer poesía. Me gusta leer a Diana Bellessi, Olga Orozco, Juana Bignozzi, Alejandra Pizarnik, Miguel Hernández, Lorca, Wislawa Szymborska, Gelman, Anna Ajmatova, Juan L. Ortiz, Susana Thenon, Amelia Biagioni, Pedroni. Elijo por ejemplo a Juan Gelman porque transformó la lengua e inventó modos de decir a través de nuevas palabras, nuevos lenguajes. Lo leía mi padre en la mesa. Leo su poema “Roces”, de su libro “Mundar”, y me conmueve profundamente su dolor.
“Y cómo el roce de un gorrión
te puede herir y el cuerpo
se pone de revés.
Han clausurado huesos
del niño por quién sabe. Un soplo
de cuchillo apagó
el mal sabido mar que pudo ser.
Se ahogan el rostro, los
espérames, el clavo
que te clavó de ojos cerrados
contra una lengua
La tarde se va
de lo que quiso a lo que pudo”.
LPA.- Suele haber una descripción que excluye al folclore entre los jóvenes, como si la condición de ser joven conectara automáticamente con otros géneros. ¿Cuáles son sus sensaciones sobre esto?
MS.- Hay un porcentaje de jóvenes que han renovado el folklore. Pienso que hay muchos jóvenes que no se interesan en la música ni la poesía de nuestras raíces y nuestro folklore, pero están conectados a otros géneros, con su propio lenguaje, que a veces tienen un contenido y otras veces no tienen ninguno, pero sí poseen mucha difusión en los medios y en las redes.
LPA.- Usted dice: “ser huérfano del mundo/ no apostar a ninguno de sus males”. ¿Cuáles son esos males que le preocupan?
MS.- Los males que hoy me preocupan mucho son: la pobreza, la desigualdad, la injusticia, la guerra, la destrucción de los eco sistemas, la discriminación, la intolerancia.
LPA.- ¿Espera tener oportunidad de presentarse con esta obra en otros lugares, fuera de Buenos Aires?
MS.- Mi mayor deseo es llevar “Milagro escondido” al interior del país y a Latinoamérica.
LPA.- Usted estuvo radicada varios años en México. ¿Qué le dejó, artísticamente, esa experiencia? En el plano de la música y la poesía, ¿qué nombres vienen a su mente cuando nombramos a México?
MS.- México me abrió todas sus puertas, y canté por todo el país. Crecí como artista y como persona. Siempre lo cuento y agradezco en cada concierto. Conocí excelentes músicos y autores; compuse temas con algunos de ellos. Descubrí otros géneros muy valiosos: la música ranchera, el huapango, el danzón. Me conecté otra vez con el bolero. En el plano de la música, pienso en Agustín Lara, José Alfredo Jiménez, Cuco Sánchez, Manzanero, Consuelo Velázquez, María Grever, Lucha Reyes, Lila Downs y en todos los grupos de mariachis. En el plano de la poesía, pienso en José Emilio Pacheco, Octavio Paz, David Huerta, Mario Bojórquez, Sor Juana Inés de la Cruz, Carmen Boullosa, Amado Nervo.
LPA.- ¿Le parece que hay suficiente conexión entre la cultura mexicana y el cono sur de América?
MS.- Yo creo que nuestra columna vertebral es la Cordillera de los Andes, de sur a norte. Por lo tanto, siempre habrá conexión entre las culturas de cada pueblo, porque venimos de una misma raíz ancestral, de pueblos antiguos. Mientras podamos comunicarnos habrá intercambio. Hubo una época de mucha actividad común, que fue la época dorada del cine, en los 50, a través de la cual la canción mexicana llegó aquí y la amamos. Eso motivó a los artistas argentinos a querer vincularse con la cultura mexicana y muchos fueron a vivir y a cantar a México. Luego han sucedido momentos con bandas de rock y hoy con artistas de corte internacional. Pero la conexión siempre se dio a través de lo musical más que desde la palabra profunda. Habría que conectarse más desde lo interior, nos parecemos y nos suceden las mismas cosas, debería haber un mensaje que manifieste este lazo territorial que nos une.