Parte de guerra
Cuando vuelvas del miedo, tráeme los nombres
de aquellos recuerdos que no nos conciernen,
la calle en tinieblas donde nunca hubo pasos
sonando en silencio por la madrugada.
Cuando el país del regreso ya figure en tu ruta,
devuélveme las islas en donde nunca buscamos
un tesoro sin mapa, esas raras fronteras
asoladas por las huestes de la melancolía.
Cuando bajes acaso del vapor de los siglos
y no venga nadie al puerto a saludar tu viaje,
pregunta por los años en que un tipo avistaba
en el muelle, cada tarde, la línea de la sombra.
Cuando acudas, entonces, susurrando canciones,
películas antiguas, las huellas de otro tiempo,
sólo verás la muerte y una casa sola,
pero ni en tus propias palabras hallarás abrigo.
Cuando el destino te alcance con su zarpa de acero
y todas las ruletas apunten a las sienes,
dime el rumbo de una ciudad que no sea mentira
y una sola pasión sin daños colaterales.
Beirut, Beirut
Paseé por la ciudad donde hubo una guerra,
solitaria y a oscuras, oliendo a demonios.
La gente asesinaba ahora sus recuerdos
y mentía que nunca jamás pasó nada.
Las parejas, de nuevo, en los escaparates,
buscaban un bosque sin cuchillos largos.
Las tardes olieron otra vez al silencio
cómplice y desnudo como un amor dormido.
Los viejos profesores, en fin, las carteleras,
campanas y almuédanos, la noria invulnerable,
las bocinas del auto, el café apacible,
los raros edificios malheridos a balas,
vendedores ambulantes por donde la cornisa
del mar destierra al día y a la noche, volvieron.
Frente al peñón de las palomas, una mujer serena
descorre un paño negro sobre su peor pregunta:
¿para cuándo, para cuándo otra vez el ruido del pánico,
los gritos y la furia, la invencible borrasca?
Juramento
Me vais a soñar, puedo jurarlo,
escuadrones del miedo, venas abiertas,
altos rascacielos con vistas hacia el dólar
y almas oscuras de arenas movedizas.
Me vais a soñar como venganza,
como si ardieran los palacios del pasado
o los templos no dieran más refugio
ni el abrazo protegiese a la ternura.
Me vais a soñar y en vuestros ojos,
sólo habrá tristeza y maleficio,
un raro territorio sin cosechas,
el viaje que no lleva a parte alguna.
Me vais a soñar, merodeadores,
bucaneros que saquean el viejo muelle,
papeles sin palabras, tarde en penumbras,
desamor que nos despoja de utopía.
Chico malo
Yo siempre quise ser un chico malo
y atracar tu alma a mano armada
o irrumpir en la fiesta de tu cuerpo
con cara de tener pocos amigos.
Yo sería el del pitillo entre los labios,
apoyado como un truhan sobre la barra,
el que lleva una navaja en las ideas
y huye casi siempre en un coche robado.
El que cierra los garitos o tal vez los destroza,
el de los ojos de acero y el corazón tan frío,
el que abofetea el rostro de las pelirrojas
con la estudiada indiferencia del sociópata.
Debo decir que fui en cambio el pagafantas
que ponía los discos mientras tú bailabas
del brazo de aquel rubio de aire audaz
con varios crímenes de amor en su culata.
Yo me llamaba dolor, tú te llamabas rabia.
Yo quería parecerme a un fuera de la ley
que hurta en un descuido la joya de tu pelvis
y la caja fuerte que guarda tu memoria.
Apenas terminaré siendo un bala perdida
si veo que te marchas sin mi sombra
tras darme cuenta acaso de que tú eres
la mejor chica mala que conozco.
Europa
Vieja señora de la polka y de Mahler,
yo vengo buscando a la madre de Rembrandt,
a la que creó a Goethe y a los carnavales,
la que tumbó a tiranos e inventó la imprenta.
No soy de la Europa de los tercios de Flandes,
de la banca suiza ni el tercer imperio,
la que mató a sus hijos en el campo de Marte
y tenía respuesta para cada misterio.
Vengo del secreto de la Monalisa,
de los días azules de Antonio Machado,
le rezo a los templos que no tienen prisa
y siempre perdonan mi mayor pecado.
Yo soy de la Europa de los cabarets,
la que nunca quemó ni a libros ni a herejes
ni decidió las guerras a la hora del té
o fabricó la troika del tejemaneje.
Yo soy europeo del mayo francés
de abril, de Portugal, de los claveles,
de quienes no llegan a fin de mes
pero dan la cara cada quince eme.
Más de Fellini que del Vaticano,
prefiero el sirtaki a bailar la oca,
un vals de Viena y no alzar la mano
y al lado del Támesis besarte en la boca.
Alma de clochard y de buquinista,
soy una novela de Georges Simenon.
sólo amo las banderas de los anarquistas
y el sí de las niñas que antes dicen no.
Soy el pianista del ghetto judío,
un moro en Venecia, un turco en el Rhin,
y viajo en el tren donde iban los míos
que ahora de nuevo se tienen que ir.
Yo soy la Alhambra y los puentes de Praga,
un helado que sabe a menta y limón,
un jipi que vende pulseras de alpaca
frente al banco central de la corrupción.
Te regalaré el anillo del nibelungo,
la tiara del Papa, las islas del Sena,
con tal de que cambies el rumbo del mundo
y el sueño de Europa merezca la pena.
(Nació en Algeciras, España, en 1958. En poesía publicó, entre otros títulos, “Historias del desarrollo”, 1978; “Medina y otras memorias”, 1981; “Bambú”, 1985; “Daiquiri”, 1986; “Las causas perdidas”, 2005; “Las grandes superficies”, 2010; y “Los amores sucios”, 2021. En 2006, “Ciudadelas y sextantes” reunió sus primeros seis libros de poesía. Es también narrador y autor de ensayos, entre ellos “Paco de Lucía, retrato de familia con guitarra”, de 1994; “Carlos Cano, una vida de coplas”, 2004; “María Zambrano y la República Niña”, 2011; y “María Zambrano, razón de vida”, 2016. Poemas suyos están incluidos en varias antologías).