Malva Flores / Breves astillas

I

CUERPO de maravilla
la costumbre:

esa luz que desciende
sobre el muro,
el jardín apacible con su ortiga,
la melodía volviendo
del pozo de la infancia y los ojos
que rasgan la blanca envergadura
de alcatraces
-papalotes con lastre en la tierra
bruñida.

Maravilla: aquella flor del campo,
aquel ir y venir de lo posible:
su presencia en lo real.

Allí sienta sus reales
la costumbre
en nuestros ojos crece.

II

CRECE esta raíz de miedo.
En sus breves astillas
todo el oro del mundo
todas, incluso, las palabras:

amoldándose tibias
a la tierra,
cubriendo con la tierra
sus vocales,

el último suspiro
el primer nacimiento
todas

guardando aún sus formas
imaginando otras:
las palabras ocultas
las que nunca se dicen:
esa mezcla de sangre y de latido
que aguarda en la comisura de los labios.

LABIOS como piedras
trocadas

trueque para decir te quiero todavía
en la noche dispar, al mediodía
de las revelaciones: ese encuentro
instantáneo de los ojos
cubriéndose a la vez del mismo brillo:

filo para cortar
la nervadura opaca
de tantas, similares,
horas.

LUZ DE LA MATERIA

a Luis Ignacio Helguera
in memoriam

SIEMPRE ES TARDE cuando ocurren las cosas.
Es otro su reloj mas es preciso
en su atinada inclemencia
y todavía esperamos.

Nunca vemos pasar a la belleza
y le buscamos nombre
y le ponemos fechas.
Redes para atraparla porque pasa de prisa,
suponemos.

Habría que preguntarse cuándo es tarde
o cambiar de reloj:
elegir el color de las nubes o la raya del sol
dibujada en la meseta de nuestra presunción.

Sin atino o atisbo,
inoportunamente,
asistimos.

De un tirón,
así,
de precipicio,
me mido en la cuerda del ahorcado.

Aquí viene mi muerte, digo,
y borro las palabras de inmediato.
Pero el miedo es así. Permanece en la marca del lápiz
—en la hoja.

Rescribes en la marca: Aves. Parvadas
volando hacia tu auxilio. Llamas flores.
Oyes la evanescencia de la tarde,
el ruido de esas aves que invocas y
no entiendes. Late tu corazón.
Lo escuchas. Lo miras en tu ropa que tiembla
y anticipas: será mala la noche,
un punzón de diamante transitará tu oído,
tomará habitación en tu garganta. Serás tu misma
punzón, angostamiento, falta de aire.

Y todo, ¿para qué?
¿Acaso no quisiste este precio a cambio de hojalata?
Y las manos, tan frías, ¿no eran también pregunta
que asentaste en la tibia moldura
de un edredón de plumas?
No hay edredón. No hay plumas. Sólo ese afán
protagonista. Una vida común.
Tan, tan.

(Suena la puerta: el vendedor de agua
se incorpora al paisaje.
Ya regresas.)

Reincides en la marca. Vas de pájaro
a gozne. La tenue borradura
le da un aire preciso a la palabra
y te alegra esa mancha,
ese hallazgo fortuito.

¿Qué hay del pájaro
al gozne? Piensas en el graznido.

Tiras el gozne. Vuelves a rumba.
De un tirón,
así,
borras la cuerda que sólo se transforma.

El taconeo dispar propone un ritmo
que el corazón retoma.
No es para tanto, digo. Sólo
un desbocamiento
al melodrama. Una vida común.

Todo sigue en lo mismo, a la busca
de qué, mirando para dónde.
Un poco más de polvo
estelar sobre nuestras cabezas.

Ufano como siempre va el pavo real
pintándose las uñas.
La piedra no palpita
sin la lengua de fuego.

Así de perogrullo se repite el mundo.

Tantos libros aquí,
y ni una sola línea
para pasar la noche.

Mas valdría la fogata,
la quemazón de letras calentara
los cuerpos,
los reuniera.

(Nació en Ciudad de México, en 1961. Su primer libro de poesía, “Pasión de caza”, se publico en 1993. Siguieron “Ladera de las cosas vivas”, 1997; “Casa nómada”, 1999; “Malparaíso”, 2003; “Mudanza del árbol/Passage of the tree”, con traducción aL inglés, en Estados Unidos, 2006; “Luz de la materia”, 2010; “Aparece un instante”, 2012; y “Galápagos”, 2016. Obtuvo una gran cantidad de reconocimientos. El más reciente es el premio Alfonso Reyes a la trayectoria, anunciado en octubre de 2022. Un año antes había obtenido los premios Xavier Villaurrutia y Mazatlán de Literatura por “Estrella de dos puntas. Octavio Paz y Carlos Fuentes. Crónica de una amistad”. Y, anteriormente, el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen, en 2000; el Nacional de Poesía Carlos Pellicer, 2001; y el de Poesía Aguascalientes, 2011).

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