Poesía en escena, para intervenir en el mundo

La argentina Sol Pavéz escribió y dirigió una obra con poesía para proponer un mundo que convoca, afirma e interroga.

   El texto reúne a poetas de épocas y lírica muy diferentes, entre ellos Oliverio Girondo (1891-1967), Alejandra Pizarnik (1936-1972) y Néstor Perlongher (1949-1992), que dialogan con Diana Bellessi (1946) y Juano Villafañe (1952), y otros más jóvenes y por ahora menos conocidos, como Celeste Diéguez (1979) y Alejandro Berón (1981).

    Esta mixtura procuró, declaró Sol Pavéz a La Poesía Alcanza, levantar “un pequeño mundo que corre detrás del mundo”, como expresa la sinopsis de “Instalaciones dramáticas para una poesía”, que estuvo en cartel en el Centro Cultural de la Cooperación de Buenos Ares, para la programación de su “Agosto poético” y que, por la buena adhesión del público, agregó otras tres funciones, durante septiembre.

   El resultado, dijo Pavéz, es una opinión o mirada sobre el amor, la belleza, el mundo en que vivimos, la muerte, lo justo y lo injusto. Los poemas o fragmentos de poemas fueron leídos y a la vez actuados por el elenco integrado por Ingrid Pelicori, Martín Urbaneja, Yanina Gruden y Natalia Casielles.

   Pavéz es dramaturga, directora, guionista y actriz. Se dedica también a la investigación teatral, la edición y la gestión cultural. Otras obras propias son “Apenas…”, “Quizás…”, “Anfibia”, “Un lugar tan pequeño o un pequeño lugar”, “Munus”, “La ilusión”, “En mí”, “El destello” y “Por siempre ahí”. Escribió y protagonizó el cortometraje “Lana sobre la piel pica”, por el que fue postulada como mejor guionista y actriz en el Festival Fhonex de Ottawa.

   Escribe poesía pero, dice, aún no experimentó el deseo de publicarla, si bien integró poemas propios a la obra, para la cual creó también la instalación plástica que dialoga con el texto, el despliegue actoral y la música.

   Este es el diálogo en torno de la obra.

La Poesía Alcanza- La lista de poetas en la obra es potente, estremecedora. ¿Cómo llegó a esa reunión, cuál es el hilo o la textura que los une?

Sol Pavéz- En principio, es un gusto mío por estos poetas, y después una necesidad esencial que tenía, al pensar en la obra como una especie de mirada del mundo a través de otro mundo, que es la poesía. Lo trabajé como una especie de poesía infinita. Pensé entonces en intertextualizar autores de distintas épocas, como un único poema que va mirando el mundo a través del tiempo. Armé una mixtura entre autores que no tienen nada que ver en su lírica, en su forma. Lo que quería lograr es lo que dice la sinopsis, ‘un pequeño mundo que corre detrás del mundo’. Otra belleza, diferente a la que nos impone el sistema. La elección de los autores tuvo que ver con lograr eso, y un sentido subyacente que hay por detrás de la obra tiene que ver con una opinión, sobre el amor, sobre qué es la belleza, sobre el sistema en el que vivimos, sobre qué es la muerte, qué es lo justo y lo injusto. Todo eso dicho a través de un solo texto de poesía. De ahí la diversidad.

LPA- Usted habló de un mundo que mira a otro mundo. Parece que habla de la poesía como un mundo en sí mismo, pero es también un mundo que observa y que interviene en el otro.

SP- Observa e interviene, justamente, por eso la idea de ponerlo en primer plano y hacer la mixtura con lo plástico y lo teatral. La poesía propone posibles modos de habitar el mundo, aún cuando lo interpela, como cuando Néstor Perlongher habla de los cadáveres. Hay una denuncia en eso. Hay una mirada que no es: ‘bueno hay cadáveres, siempre hay un muerto…’ No. A través de la poesía hay toda una denuncia sobre eso. Y hay otra mirada. Como preguntar por qué mirás por el ojo de la cerradura habiendo tanta belleza por el mundo. Y qué es la belleza, qué se nos impone como belleza y qué otras formas de belleza hay. Y lo mismo sucede con el amor, cuando nos proponen una forma de amor estereotipado, romántico. Entonces, yo trabajo con poemas, por ejemplo los de Villafañe y Girondo, y el de Diéguez, que toma el amor como amorosidad, el amor no en actos grandilocuentes, en formas ya conocidas, sino en otros modos de vincularse. Para mí, en la poesía -cuando la escribo-, y en todos los actos creativos, hay un mundo propio, que lo singulariza, que es el único lugar posible que tiene de interesante escribir o un hecho artístico, mostrar cómo a uno se le impregnó lo que otros ya dijeron. Porque, ¿cuál sería el interés de hablar sobre los mismos temas? Bueno, es la singularidad, lo que uno tiene para aportar sobre eso.

LPA- Hay poemas suyos en la obra, a pesar de que no se define como poeta. ¿Cómo se sintió sumándose a un grupo tan potente de autores?

SP- Hay un punto en que siento que el escritor siempre está rozando otras formas literarias. De hecho, doy clases de escritura teatral y siempre trabajamos con poemas, con novelas, con películas. En mi hay algo de la mixtura de diferentes formas expresivas. Y sobre los poemas que tengo escritos, aunque no tuve necesidad de publicarlos, sentí que iban bien en el contexto de la obra, porque de no ser así habrían volado, porque siempre tengo claro que la protagonista es la obra.

LPA- Cuando terminó de armar la secuencia de poemas, el texto de la obra, ¿lo puso a consulta o pidió opinión de un lector, un poeta o una poeta, por ejemplo?

SP- No. La terminación de la textualidad se dio con la articulación de lo plástico y los actores en la escena. Yo di por terminado mi texto, pero como yo hice también la escenografía, tenía que ver cómo funcionaba, como siempre sucede con una obra. Hubo poemas que saqué, otros que agregué a último momento. No hubo un gran cambio, pero dos o tres poemas los saqué, o en lugar de un fragmento lo incluí completo.

LPA- Se observa una separación un poco binaria en la presentación en público de la poesía: lo que sería el formato del poeta que se sienta y lee, y la poesía rodeándose y recurriendo a otras formas de expresión. Se habla mucho de “performance”. Los que impulsan este tipo de presentación hablan de algo “distinto” o “diferente”, y parece que creen que es una forma superadora. Esta obra, ¿tiene alguna relación con una necesidad de renovación, o es otra la motivación de esta mixtura?

SP- Lo que motivó es un lugar creativo mío, de indagar entre lo plástico, lo teatral y el recitado, y trabajar con la materialidad, porque trabajo mucho con objetos en todas mis obras. Pero de ninguna manera tiene algo que ver con algo innovador. Me parece medio ingenio cuando se habla de innovar. Para mí lo innovador está en lo singular que cada uno tiene para contar. Si es por eso, podría decir que soy más bien clásica. A mí me encantan los recitales de poesía, sentarme y escuchar cómo se lee poesía, y a Celeste Diéguez la conocí en un recital de poesía. Después, con mis obras, hago un despliegue de objetos, de luces y de cosas. Para esta obra me gustaba esa mixtura, de los actores que leen y a la vez actúan y a la vez trabajan con objetos, y por ejemplo hay un grabador como objeto que remite al recuerdo. Es una búsqueda de más formas de escuchar la poesía. Pero no tiene nada que ver con lo “perfomático”, que no me convoca tanto, esta cosa de pantallas y un decir medio raro. A mí me interesa sobre todo que la poesía se escuche, se entienda. Parece una redundancia, pero buscamos que el poema se escuche, que se impregne en el otro como lo hace un texto dramático.

LPA- ¿Cómo fue su aproximación a la poesía?

SP- Es una lectura que viene de la adolescencia y que me acompañó siempre. En mi vida siempre es prioritaria la lectura teatral, de hecho brego mucho porque se nos lea, porque el teatro es una forma más de literatura. Y la poesía siempre estuvo acompañándome, y uno de los primeros poemas que leí fue “Asunción a la poesía”, de María Elena Walsh, que me partió la cabeza. De hecho quise incorporarlo a la obra pero no llegamos a tiempo con la aprobación de derechos. Porque fue muy complejo obtener los derechos. Y cuando entré a la Universidad de las Artes lo utilicé, como estudiante, como texto dramático. Fue como un hito para mí. Leo mucha poesía, voy a recitales, así descubrí a Diéguez. En suma, siempre me acompaña la poesía, y por eso digo que es un mundo que corre detrás del mundo, es un lugar reparador. Cuando uno lee un poema siempre hay algo que lo repara, frente a eso que dice Alejandra Pizarnik, ‘todos estamos rotos’. Hay heridas que son imposibles de cerrar aunque se puedan tramitar de diversas maneras, como la dictadura, como los cadáveres de los que habla Perlongher.

LPA- ¿Cuál es el futuro de esta obra?

SP- La idea es rotar, pensamos ir a museos, como es una instalación… Tenemos idea de otros teatros, o reestrenar el año que viene.

LPA- ¿Cómo sería en un museo?

SP- La misma pieza en el espacio de un museo. Seguramente varía la luz. Eso lo puede potenciar, nunca se sabe. Algo que me hizo sentir segura y me llevó a esta idea es que los técnicos que no lo habían visto dijeron: ‘qué bueno está esto, parece de un museo’. Entonces pienso que en un museo puede funcionar bien. Siempre le doy mucha importancia a que la obra no quede solo en la palabra, sino que en la escena tiene que estar la música, lo visual, activar todos los sentidos, no puede ser solo palabra, porque para eso uno lo lee en su casa y le pone sus imágenes, que siempre van a ser más potentes. Si uno lo lleva a escena tiene que proponer algo que convoque de todos lados.

LPA- Si, pero el desafío es hacer la convocatoria sin irse del texto que fue elegido, es decir que la convocatoria se corresponda con el texto.

SP- Para eso hay que trabajar con el texto, y no ser esnobista. Hay que trabajar. Y ser genuino. Porque poner luces, pantallas, hacer estruendo, es fácil. Por ahí se hace algo que parece muy moderno pero no conmueve a nadie y no pasa nada.

LPA- La poeta española Rosa Berbel dijo que la poesía no está obligada a decir “la verdad” ni a ser “honesta”. ¿Qué piensa de eso?

SP- En un punto coincido, creo que ningún texto creativo tiene que decir la verdad, para eso están el ensayo y otros espacios. Me parece interesante que la poesía interpele, más que decir verdades, porque no deja de ser un texto ficcional. Yo creo que a veces dice verdades y otras no, y que las dos son válidas, siempre que convoquen y puedan conmover.

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