Compartir el pan, compartir poesía

Pan y poesía, un festival en España que reconoce y reúne dos elementos que son esenciales para el ser humano.

   Quienes organizan el festival, a fines de septiembre en Gijón, sostienen que el pan “no solo está crujiente y rico, también tiene profundas implicaciones históricas y culturales, exactamente igual que la poesía o las palabras”.

   La iniciativa para llegar a un festival con tres días de actividades partió de simples reuniones de poetas y escritores, con el agregado de invitación a “alguien que llevaba una hogaza y nos enseñaba a hacer pan”, declaró una de las organizadoras, Alicia Andrés, a Cadena Ser.

   También dijo que el grupo buscó contraponerse al tópico “Pan y circo”, porque “queremos dar el pan, el sustento, pero también el placer y la cultura de calidad, no solo el entretenimiento”.

   Así, para la primera jornada se organizó la dramatización de un texto de Federico García Lorca, un reparto de poemas y panes entre la asistencia y, posteriormente, la presentación del artista El Naán con “Panaderas de pan duro”, una canción tradicional de la zona rural de Castilla y León.

   Uno de los poetas participantes es Ibán Yarza, autor de “Pan de Pueblo”, quien destacó también la importancia del pan para quienes profesan la fe cristiana, ya que lo consideran el cuerpo de Cristo.

   Olga Novo, ganadora del Premio Nacional de Poesía en 2020, dijo a Cadena Ser que “el pan y la poesía son lo mismo. Cuando miramos el mundo y miramos la vida con mirada poética, vemos cómo el pan es una masa que levita y la poesía es eso precisamente, un pensamiento que levita”.

   Además, el pan es asociado a la niñez, dijo la poeta Elena Fernández, también fundadora de la empresa de repostería “Panduru”. “Nosotras hacemos repostería con el pan de ayer: ya solo eso es poético en sí mismo. Además, el acto de recuperación de las recetas tiene mucho de emocional y evoca a nuestros mayores”.

   Ese nexo con la memoria tiene otras implicancias. Dijo Fernández: “Cuando hablas con una persona de edad avanza siente recelo hacia el pan integral, pues les recuerda al pan negro, un pan que se daba durante la posguerra, de pésima calidad”.

   Novo encuentra paralelismos entre el acto de reutilizar la masa para nuevos alimentos y la escritura poética: “En la creación lo que estamos haciendo es refundiendo emociones, memorias, pequeños fragmentos o restos vitales que llegan mezclados muchas veces y que surgen en el momento de la elaboración poética. Damos una nueva dimensión, en este caso escrita, a una parte de nuestra vida oculta: es la vida soñada, la vida recordada”.

   En suma, para describir al pan con todos sus significados “necesitamos palabras precisas, palabras como las que utilizaría un poeta o cualquiera que escriba un relato”, dijo Yarza.

   El artículo hace notar, no obstante, que la evolución de los hábitos está llevando a un descenso fuerte del consumo de pan, que en España llega a 50 por ciento en los últimos 20 años.

   Helena Rodríguez, quien integra Genialogías, asociación de mujeres poetas, también colaboró con el festival y, para explicarlo, cita al poeta peruano César Vallejo: “Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé…/ Son las caídas hondas de los Cristos del alma,/ de alguna fe adorable que el Destino blasfema./ Esos golpes sangrientos son las crepitaciones/ de algún pan que en la puerta del horno se nos quema”.

   La pérdida del pan tiene en consecuencia, dijo Rodríguez, la magnitud de una catástrofe, porque “es la pérdida de lo esencial, la pérdida del soporte, la pérdida de todo apoyo”.

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