El espejo de los espías
Estamos al fin hechos
a cierta imagen y semejanza vana
de esta violencia que se ha llamado vida.
Que cada día
nos arrastra de nuevo
para llevarnos siempre
al mismo sitio.
Así el lenguaje
acaba siempre siendo un animal
herido, un topo que no zapa,
mudo,
helado espejo de los espías.
Variaciones sobre Wordsworth y Auden
Todas las cosas que me han sido familiares,
esperanza y dolor, ternura y odio,
las leyes que regían nuestros nombres,
no me conocen ya ni las conozco.
Las palabras más limpias que aprendí,
amor y paz,
yacen ensangrentadas cerrando los caminos.
Los discursos más vivos, más honestos
han caído manchados y arrastrados
por los suelos.
Ninguna palabra sobrevivió
a nuestra historia.
Y en un río que pudre hasta los mares,
cínicos y homogéneos nadamos
y guardamos la ropa.
Las hojas muertas
Igual que me sostiene
la tibia sensación de estar cayendo
por la ladera dulce del otoño
de mi vida, y acaricio
despacio –como vuelan las hojas-
mi cuerpo que ya lleva
el olor de la tarde,
así cae este poema
en el papel dorado de tu carne
y así –voluptuosa-
su letra breve te acompaña.
Elegía y postal
No es fácil cambiar de casa,
de costumbres, de amigos,
de lunes, de balcón.
Pequeños ritos que nos fueron
haciendo como somos, nuestra vieja
taberna, cerveza
para dos.
Hay cosas que no arrastra el equipaje:
el cielo que levanta una persiana,
el olor a tabaco de un deseo,
los caminos trillados de nuestro corazón.
No es fácil deshacer las maletas un día
en otra lluvia,
cambiar sin más de luna,
de niebla, de periódico, de voces,
de ascensor.
Y salir a una calle que nunca has presentido,
con otros gorriones que ya
no te preguntan, otros gatos
que no saben tu nombre, otros besos
que no te ven venir.
No, no es fácil cambiar ahora de llaves.
Y mucho menos fácil,
ya sabes,
cambiar de amor.
Los desastres de la guerra
Por el valle de la muerte… (Tennyson)
Nunca se sabe
pero hoy llevo piernas de plomo
como un ejército cansado
y silbo entre la gente mi locura
sin guerra y sin espada,
sin moral de combate.
Apenas recordando que tuve un corazón
de hierro para el frío.
Dicen que no se está de vuelta
jamás en esta lucha,
pero mis pasos torpes por la acera
sólo buscan adónde derrumbarse.
Que lo más cruel no es este
caminar derrotado
sino el desierto,
el valle en que murieron los seiscientos…
Queríamos amar, amor, amarnos
cuando aún era posible acariciarte
y soñar otra historia.
Pero hoy llevo de plomo casi el alma
como un ejército burlado.
A ras de tierra mi falda, tu camisa,
mojados gorriones
queriendo alzar el vuelo,
ignorar las razones de este marzo.
A ras de tierra el rostro del engaño.
Y es que la vida, amor,
como la muerte,
hoy ya sólo es un truco.
Y para mí que hasta es un truco el mago.
(Nació en Rute, provincia de Córdoba, en 1952. Su primera obra de poesía publicada fue “Pensando que el camino iba derecho”, en 1982. Siguieron “La canción del olvido”, 1985; “La dama errante”, 1990; “Contradicciones, pájaros”, 2001; “La guerra de los treinta años”, 2005; y “Ficciones para una autobiografía”, 2016. Su obra más reciente es “Soñar con bicicletas”, en 2022. Reúne varios reconocimientos en su país, entre ellos el Premio Nacional de Poesía, en 2016, y el Premio Internacional Ciudad de Melilla, en 2000).