La capital colombiana reúne posibilidades muy variadas para lecturas, intercambios y escritura, y algunas están fortaleciéndose, según dos poetas locales.
Se puede considerar consolidada a la “tradición” bogotana con la poesía, y los espacios en los que se expresa se fortalecieron en los años más recientes, desde antes de la pandemia, sostuvo el poeta Federico Díaz Granados.
A su turno, Luz Mary Giraldo recordó que “se ha dicho siempre que Colombia es tierra de poetas y de consumidores de poesía. Este país tiene muchos seguidores de poesía en todos los estratos y edades”.
“Tal vez hoy –continuó- la poesía más cultivada y más culta no llega tanto a la gente, pero sí se apasiona por la poesía por la vía incluso de las canciones, de los libros, autores, encuentros de poesía, como se hacía en la misma Casa de Poesía Silva”, agregó.
Sin embargo, a contracorriente con la tendencia así descripta, la Casa Silva permaneció prácticamente inactiva durante largo tiempo, en un período de crisis que fue denunciado por poetas de la ciudad por fallas de gestión, falta de fondos y desinterés de las autoridades.
Al hablar del fortalecimiento de espacios poéticos, Díaz Granados, director de actividad cultural del Gimnasio Moderno –estatal- y de la Biblioteca de Los Fundadores, declaró a El Nuevo Siglo que “siempre en la tradición bogotana ha habido lugares para los encuentros, para las tertulias y de pronto alrededor de estos lugares es que se han consolidado escuelas, movimientos, revistas, grupos literarios”.
Ya hace un siglo, dijo, la “generación de los nuevos” se reunía en cafés de la ciudad y en los 70 se multiplicaron lugares de contacto e intercambio de poetas que “pertenecían más al nadaísmo o al movimiento hippie”.
Algunos grupos se fueron organizando en lugares vinculados a sus preferencias musicales, como la salsa por una parte, el son cubano por otra y una tercera corriente en torno de la canción social, la nueva trova cubana y el rock en español.
Varios de esos lugares se convirtieron en sitios de reunión, de recitales poéticos y presentaciones de libros, agregó.
Giraldo dijo al mismo diario que “siempre ha habido sitios para la poesía, encuentros, libros publicados, aun cuando publicar poesía definitivamente es un poco más difícil y complicado porque, a pesar de tantos oyentes, creadores y lectores, la poesía no se vende, la gente no compra poesía y eso hace muy difícil que se publique”.
“De todas maneras, antes de la pandemia la poesía existía y se afianzaba, y durante la pandemia creo que el encierro nos convocó a todos los poetas para escribir y pensar sobre la fragilidad de la existencia y escribir nuevos libros”, explicó.
Ambos mencionaron diversos cafés que son lugares de reunión, incluyendo algunos que apenas sobrevivieron a la pandemia y, ahora, buscan revitalizarse. A estos locales se agregan las librerías abiertas a actividades poéticas.
Díaz Granados agregó que, en este contexto de “vitalidad” hay variedad de tendencias y registros de la escritura poética en curso.
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(12.5.22)