El fallo del concurso internacional de poesía Miguel Ángel Bustos incluyó también una mención de honor a una poeta argentina.
Ana Paula Martínez Garrigós, quien nació en Cuernavaca, en 1987, obtuvo la primera edición de este premio con su obra “Flor de cemento”, por decisión del jurado que integraron María Teresa Andruetto, de Argentina; Luz Helena Cordero Villamizar, de Colombia; y Benjamín León, de Chile.
La mención de honor recayó en Luciana García Barraza, quien nació en Tucumán, norte de Argentina, en 1996, y que concursó con “Pero nunca fue mi corazón más lúcido que en este instante”.
El certamen es organizado por Abisinia Editorial/Abisinia Review, de Argentina, y Escarabajo Editorial y Fundación en Busca de Poetas, de Colombia, en honor a Miguel Ángel Bustos, poeta argentino de la generación del 60 que fue secuestrado por agentes de la dictadura cívico-militar en 1976, cuando tenía 43 años, y fue asesinado el 20 de junio de ese año.
Su obra poética, dijo la organización al dar a conocer el fallo, atesoró opiniones favorables de Leopoldo Marechal, Aldo Pellegrini, Enrique Pezzoni y Juan Gelman.
Como fundamento de las decisiones del jurado, la organización informó que Andruetto expresó que “Flor de cemento” es “un libro novedoso, osado, con un tono poético muy particular, en el que una mirada y una voz poéticas delicadas tejen con filigrana lenguajes aparentemente excluyentes, como las cifras estadísticas, la información sociodemográfica, el mito, la riqueza simbólica, las imágenes poéticas crudas, la crueldad y la belleza. Al tiempo que alude a la infertilidad, la muerte, la amenaza contra la naturaleza, la poesía cuenta y traza el milagro de la vida. Nos deja una sensación de intrepidez, de vértigo”.
Por su parte, Villamizar sostuvo que la obra “renueva y remece en los aciertos de su fondo y forma, en la poética de su lenguaje. Fomenta una visión crítica transversal a partir de relaciones y estadísticas que cimentan la conmoción y que alumbran la originalidad de este hallazgo lírico”.
Es un libro “sensual, crudo, irónico”, sostuvo León, y agregó que “visita zonas infrecuentes en la poesía contemporánea, enhebra imágenes en las que lo íntimo y lo público, lo individual y lo social, se entrelazan para acercarse -como a un gran útero- a las tradiciones de un país”.
En cuanto al libro de la argentina García Barraza, Andruetto expresó que “se destaca por la potencia de sus imágenes, por el intenso abordaje de un mundo de locura y por su refinada unidad estética”, en tanto que según Villamizar contiene “un monólogo interior rico en imágenes poéticas novedosas, que logra transmitir la angustia del no decir, paradójicamente, diciendo. Es una voz sólida que cuestiona y reinventa el ser de la locura, lo psíquico, el absurdo del abordaje médico, y decanta con hondura el misterio del ser”.
Por su parte, León sostiene que “a través de una atmósfera sostenida y conmovedora, esta obra nos entrega una belleza profundamente humana, que se expone para sanar la herida propia y la del mundo. La voz poética se sumerge en el dolor, deambula en el desgarro del pensamiento y desde lo indecible acude la palabra”.
Las editoriales organizadoras informaron que recibieron 146 obras. Hubo una primera selección a cargo de 16 poetas argentinos y colombianos, y luego otra asumida por sus autoridades, Eduardo Bechara Navratilova, Stefhany Rojas Wagner y Fredy Yezzed.
(19.4.22)